Páginas

jueves, 27 de diciembre de 2012

RECUPERAR: LA INICIATIVA POLÍTICA, NUESTRA IDENTIDAD Y A LOS CIUDADANOS


RECUPERAR: LA INICIATIVA POLÍTICA, NUESTRA IDENTIDAD Y A LOS CIUDADANOS 
En los últimos tres años, el agravamiento de la crisis económica como fracaso del modelo de crecimiento basado principalmente en la construcción y el crédito fácil, entre otros factores, ha llevado a nuestro país a una práctica situación de quiebra. Esta situación se va agravar en cualquier caso con nuevos recortes, y mucho más si España solicita a la UE “el rescate de nuestra economía”.
Las salidas propuestas vienen siendo en la misma dirección, con el pretexto del déficit y de la deuda soberana: adelgazar o reducir el Estado de Bienestar (no sólo en recursos, sino en derechos): atacar y debilitar a los sindicatos y arrasando la democracia. El lema “Quieren acabar con todo”, adjudicado al Gobierno del PP desde UGT y CCOO, asumido por los Movimientos Sociales y la mayoría de la ciudadanos se está haciendo una triste realidad hasta convertirse en “Están empobreciendo al país”.
Así, se vienen sucediendo medidas lesivas para los trabajadores y para la mayoría de los ciudadanos a través de “reformas” neoliberales impuestas desde la UE, principalmente orientadas al mercado de trabajo: primero con el Gobierno Socialista (mayo 2010) y, a partir de enero de 2012, con el Gobierno del PP, además del ataque directo al Estado de Bienestar (educación, sanidad, dependencia…), está rompiendo el consenso o pacto que desde la transición se adoptó en la Constitución de 1978.
Con estas medidas, la recuperación económica no llega. Al contrario, con las “reformas” adoptadas y las que nos esperan, se anuncia más recesión con más desempleo, más pobreza y exclusión social, al menos durante otros 2/3 años… o más. La denuncia y contestación ante este grave deterioro económico, social y político, viene siendo constante y generalizado durante este período tanto por los Sindicatos mayoritarios UGT y CCOO, como de otros colectivos sociales, ciudadanos… Incluidas esporádicas apariciones del movimiento 15‐M, ahora de forma más unitaria en el conjunto de las movilizaciones como ocurrió en la Huelga General del 14‐N y las masivas manifestaciones realizadas en toda España.
La gravedad de la situación no viene solo de la falta de salidas a la crisis (donde el papel de la UE debería, partir una apuesta por la reactivación económica, ser especialmente determinante en la compra de deuda pública y la creación de eurobonos, ….) sino del deterioro político de las instituciones democráticas que alcanza a un divorcio cada vez más creciente entre ciudadanía y los representantes políticos, con riesgo de fractura social (modelo de convivencia y confianza en las instituciones democráticas) Constitucional) y de polarización o radicalización en los extremos de la vida política ante la ausencia de respuestas y salidas justas a esta profunda crisis.
Los socialistas, como (y con) todos los ciudadanos, tenemos el deber de reflexionar y analizar la situación y actuar, buscando las causas y aportando, honesta y comprometidamente, soluciones y alternativas para superarla. 
De manera que es imprescindible y urgente que el PSOE tome la iniciativa política. En este sentido la Corriente IS‐PSOE de Madrid, queremos aportar algunas reflexiones y propuestas necesarias en el difícil y complicado momento actual para que, a través de la Permanente Federal de (IS ‐PSOE ) , se haga llegar a la CEF del PSOE con ocasión de el próximo C.F. del 12 de Enero, los siguientes puntos:
      1. Realizar un análisis crítico de la situación económica derivada de las políticas de austeridad, que han aumentado dramáticamente las desigualdades y la marginalidad, poniendo el acento en la reactivación económica desde la UE y desde España, teniendo en cuenta los planteamientos de la CES y de los sindicatos UGT y CCOO y apoyándolos a través de las instituciones y de los movilizaciones sociales.
Ante las continuas “contrarreformas” del Gobierno del PP orientadas a “desmontar” el Estado de Bienestar: Educación, Sanidad, Pensiones Vivienda (desahucios…), además de la Reforma Laboral, del Sistema Judicial…, contraviniendo los compromisos electorales con los que el PP ganó su mayoría absoluta, solicitar la realización de un Referéndum para que la ciudadanía pueda pronunciarse democráticamente, de nuevo, restituyendo así la confianza en la vía política y democrática de resolver los problemas y el modelo social de convivencia.
       2. Revalorizar el papel orgánico del PSOE, utilizando prioritariamente para ello, nuestros órganos de decisión: Comité Federal y Congresos. Actualizando y fortaleciendo el análisis y alternativas que en estos momentos debemos adoptar con la finalidad de restituir la legitimidad y la confianza política que la situación necesita y los ciudadanos demandan.
       3. Explicitar con firmeza, adelantando todo lo que sea posible en este momento, nuestro modelo Federal.
       4. Realizar y Aprobar en el Comité Federal del 12 de Enero del 2012 una “Agenda Política de Urgencia” sobre la estrategia a seguir para los puntos 1,2 y 3”.
       5. 1er semestre del 2013. Conferencia Política y Económica (Modelo Territorial, Economía y Fiscalidad ) Sobre alternativas económicas en España y UE ante la situación económica, poniendo el acento en la creación de empleo y en la reactivación económica. Defensa del Estado de Bienestar a través de la propuesta de una clara reforma fiscal: tratamiento similar de las rentas del capital que las que se dan a las renta del trabajo, reformas del modelo empresarial y productivo.
2º semestre de 2013. Conferencia Organización. Modelo de Partido: democracia interna, regulación de las primarias abierta. Así como una propuesta de reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General. (De acuerdo con la Resolución del Congreso)


Antes del 31 de enero 2014. Realización de Primarias abiertas, para sortear un posible adelanto electoral que haga coincidir las Elecciones Generales con las Europeas. Nuevos criterios democráticos para la realización de las Listas electorales del PSOE; Actualización del Programa Socialista para las próximas citas electorales. Debemos de tener en cuenta que la fecha las elecciones generales ni está fijado ni depende de nuestra decisión y por tanto es necesario estar preparados en cuanto los programas y el modelo de primarias y elección de candidatos.
Nadie debe poner en discusión que la prioridad es poner en píe un proyecto alternativo, de fuerte contenido ideológico y con propuestas novedosas y atrevidas, capaz de parar la ofensiva de la derecha e impulsar a los ciudadano, pero esas propuestas en muchos casos, serán contrarias a las decisiones tomadas por los socialistas en la anterior periodo legislativo. Por tanto es discutible que su y tutela deba ser liderada y realizada por las mismas personas.
No se trata de contraponer la sustitución de las personas por las ideas. Hoy son prioritarias las ideas y la decisión de llevarlas a cabo, pero las personas idóneas son muy importantes y cada tiempo tiene sus nombres.
Creemos que muchos de los militantes, después de los reiterados y severos reveses electorales, tienen la impresión de que la actual Comisión Ejecutiva Federal está invalidada para llevar adelante con éxito la difícil situación actual. Y esa impresión, está generalizada entre todos los ciudadanos.
En el 1er trimestre de 2014 Convocatoria de un Congreso Federal Extraordinario.
Izquierda Socialista de Madrid (PSOE)
Madrid, 21 diciembre de 2012.

Libertad para Alfon


COMUNICADO IZQUIERDA SOCIALISTA: LIBERTAD PARA ALFON

Alfon, madrileño (vallecano) de 21 años, fue detenido como consecuencia de su participación en la Huelga General del 14-N. Otras personas también lo fueron, en España y en otros países. Pero ninguna está en la cárcel. Él sí. Al parecer, la “alarma social” (según la policía) ha sido causa determinante. Se le mantiene en la prisión de Soto del Real a la espera de juicio en situación de régimen FIES (máximo control del preso y aislamiento).

Es insostenible esta actitud represiva respecto a las protestas que tiene, además, una indignante continuación en el indulto concedido a cuatro mossos de escuadra, condenados por torturas.

Izquierda Socialista considera inaceptable esta actitud.
Izquierda Socialista hace suya la causa de la libertad de Alfon, y defenderá dentro de la estructuras del PSOE que el partido también lo haga.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Un futuro para el PSOE

Escrito por Mario Salvatierra * y publicado en Diario Progresista el 15/12/2012

Esperé. Esperé y esperé: creía que la dirección federal del PSOE, después de que perdiéramos siete escaños en Galicia con relación al año 2009, nueve en Euskadi y tras el varapalo proporcionado en Cataluña (ocho escaños menos respecto a los resultados de 2010), daría alguna señal de haber recibido el mensaje de las urnas.

 El PSOE está en la UVI y, sin embargo, el paciente no quiere hacerse cargo de ello. Es más, imagina que cualquier día saldrá del estado comatoso solamente por el hecho de guardar tiempo. No es consciente de que este no es un achaque cualquiera: cree que le están jugando una mala pasada los bronquios cuando lo que en realidad padece es una neumonía de caballo.
Mientras el PP avanza imparablemente hacia el estrujamiento de los mimbres del Estado del bienestar, cuestiona el consenso básico de la estructura territorial del Estado, se lanza hacia una recentralización de la administración pública e impulsa un proceso de renacionalización cultural e institucional contra todo aquello que diverge de su idea de "unidad" de España, la dirección federal del PSOE es incapaz de quitarse de encima el lastre de la "herencia". No se puede afirmar que no hacen oposición; la hacen, pero no son creíbles.
La enfermedad del PSOE es que no tiene credibilidad: su pasado se está cargando al futuro. Y para que el pasado no devore al presente ni al porvenir, es imprescindible, primero, hacer una crítica sin tapujos de lo que hicimos y nunca debíamos haber hecho, de lo que no hicimos y tendríamos que haber hecho sin titubeos, y de lo que dejamos "pasar" como si las cosas no nos fueran a dañar. Y no me refiero únicamente al pasado inmediato sino también al remoto. En este punto, ya no vale apelar a una suerte de lógica teológica muy al uso en los aparatos: si criticas, te llaman desleal y si, por responsabilidad orgánica, callas, en el mejor de los casos, te llaman cómplice y, en el peor, imbécil. Es decir, con el aparato jamás te libras de la culpa. Así pues, la condición inexcusable para que se produzca una crítica constructiva es que el PSOE sea realmente un partido abierto, plural y que el disenso interno no sea castigado con la exclusión institucional. De lo contrario, no hemos ingresado en un partido, sino a un cuartel o congregación religiosa. Ni feligreses ni reclutas, queremos continuar siendo ciudadanos de puertas adentro.
Segundo: es prácticamente inviable que quienes han estado personalmente implicados con la gestión anterior, puedan estar destinados a encabezar el nuevo proyecto. Al parecer, no lo entendieron así hace apenas un año atrás, pero al día de la fecha es más que evidente que el consuelo de salvar al paciente sacudiéndolo con los años de gloria, en vez de animarlo lo han dejado para el arrastre. Conmutar el tiempo pretérito con la fatiga actual, además de escamotear un diagnóstico preciso de la mundana realidad, no dura más que una jornada fallera. Ya no vale la teoría del péndulo: ahora está en el lado derecho pero pronto oscilará hacia el izquierdo. Ya no sirve la siguiente estrategia: "ganar tiempo" para substraer el pasado, "enfriar" el debate solazándolo con la responsabilidad política y "congelar" las primarias para disuadir el cambio necesario.
Tercero: el PSOE requiere, para salir de la UVI, un proyecto global. A estas alturas no sólo corre el riesgo de terminar como el Pasok griego, sino que puede descarrilar al modo de la izquierda italiana. La descomposición de nuestro germinal Estado de bienestar es palpable, la fractura de las clases medias bien visible, la exclusión social en ascenso y la vulnerabilidad ciudadana manifiesta. Un monstruo económico acampa en Europa: el neoliberalismo; un Leviatán tecnocrático aniquila las instituciones comunitarias y el Reino del euro ahoga la dignidad humana. España no puede ni debe esperar que Europa la salve porque lo que hay que hacer el salvar a Europa del precipicio social al que nos lleva. En consecuencia, resolver la crisis no pasa por darwinismo social, ni por muscular el orden policial y dejar a millones de personas sin salida. La alternativa no es o estabilidad o hundimiento. Hay que domar al capitalismo financiero y, a su vez, hay que detener que los intereses nacionales egoístas abotarguen los orgullos patrióticos a costa de las desgracias foráneas.
Sólo así saldrá el enfermo de la UVI. Con un mundo nuevo por delante, un horizonte al que conquistar y una ilusión que contagie esta aventura: otra España es posible, otra Europa es viable, otra política es factible.


*Mario Salvatierra es diputado de la Asamblea de Madrid

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Treinta años después

Artículo escrito por  Antonio García Santesmases * Publicado en "EL Mundo" el 12/12/2012

TRIBUNA: PENSAMIENTO POLÍTICO
El autor compara la confianza en el futuro que había en los 80 con el miedo actual. Denuncia el sometimiento de Europa a una Alemania ajena a la angustia de la gente


Todos los medios de comunicación se han hecho eco del acto organizado por el Partido Socialista para conmemorar la llegada del PSOE al Gobierno en diciembre de 1982. El formato del acto tuvo especial interés: se trataba de un diálogo entre el presidente del Gobierno de entonces (Felipe González) y el actual secretario general (Alfredo Pérez Rubalcaba) moderados por María González Veracruz (perteneciente a la actual comisión ejecutiva del PSOE, siendo la más joven de sus componentes).

El optar por esta metodología permite la visualización en el escenario de tres generaciones: la generación que protagonizó aquel acceso al Gobierno; la generación que entonces comenzaba su vida política institucional y la generación que hoy inicia su andadura.

Para la generación entonces triunfante el acto tenía algo de resarcimiento, de reconocimiento, de poner las cosas en su sitio. Era un gran día en el que se podía rememorar la época en que teníamos grandes victorias, en el que éramos un equipo triunfador, en el que sabíamos lo que queríamos y la realidad nos era propicia.

La imagen de Felipe González recordando todos sus logros, dando cuenta de todas sus hazañas, insistiendo en que cuando se quiere, se puede, contrastaba vivamente con las intervenciones de los otros dos actores de la representación. La representante más joven recordaba los grandes logros de aquella época que para ella se simbolizaban en los institutos de enseñanza, en los programas Erasmus, en la sanidad y mostraba su agradecimiento y admiración a aquella generación que había alcanzado cimas tan altas, imposibles de imaginar en estos tiempos de penuria.

El mayor interés estuvo en la generación intermedia. Era una generación que había comenzado el trabajo político-institucional en aquellos años, que se sentía identificada con sus mayores, que le gustaría emular al Madrid de las cinco copas de Europa, pero que sabía que en su haber estaba el peor resultado electoral en democracia. ¿Era todo fruto de una incapacidad para el liderazgo?; ¿se trataba de un problema de voluntad?; ¿cuáles eran las diferencias entre aquellos años y estos años?

El representante de la generación intermedia intentaba -cuando podía hablar- poner encima de la mesa las diferencias entre uno y otro momento, pero no era sencillo: el líder de la generación triunfante volvía a recordar los grandes logros, a rememorar las grandes hazañas, cuando él y solo él creía que era posible alcanzar la mayoría. Más allá de la apoteosis de la voluntad propia hubo, a pesar de todo, algunos instantes en que se pudo reflexionar sobre tres cuestiones que marcan la diferencia entre uno y otro momento: se recordó que, en aquellos años 80, la mayoría de la población tenía esperanzas de ir hacia delante, de mejorar, y creía que el futuro (1) sería mejor que el pasado. Esas esperanzas de progreso y de movilidad social, de redistribución de la riqueza y de apertura de las oportunidades, se asociaban a la inserción en el club de los países ricos y poderosos, en esa Europa (2) que iba a significar la solución a nuestros problemas. La consolidación de la democracia y la subordinación del poder militar al poder civil, el final del terrorismo y la desactivación del golpismo, estaban unidas a un proyecto de reforma y modernización en el que podrían superarse los antagonismos de clase hasta el punto de que la inmensa mayoría se pudiera sentir (3) clase media.

Ninguna de las tres cosas existe hoy. Hay miedo al futuro; de Europa hace tiempo que solo vienen malas noticias y las clases medias están desapareciendo en un contexto donde sólo muy pocos se salvan de la crisis (el famoso 1% que acapara las riquezas del 99% restante). En estas circunstancias: ¿qué se puede hacer?

Lo más importante de toda la jornada no fue ni la reprimenda del antiguo líder ni las llamadas a la voluntad; todo ello ha servido para llenar titulares de prensa, pero lo esencial estaba en que, por primera vez, se discutía con claridad acerca del actual proyecto europeo. Ya no son únicamente los sindicalistas o los economistas disidentes; no se trata sólo de los foros sociales o de los que dijeron desde el principio que por este camino Europa se encaminaba al desastre; ahora son ya los políticos más moderados del centroizquierda (Prodi, González, Soares, o Delors) los que denuncian que estamos construyendo una Europa bajo dominación alemana y que, si seguimos por este camino, cavaremos nuestra propia tumba.

El hecho es nuevo porque en los años 80 en España discutimos de la política de bloques militares, de la carrera de armamentos y del peligro de un choque entre las dos superpotencias. Hoy ya no existe la Unión Soviética, ni el Pacto de Varsovia, ni es posible una guerra nuclear. Hoy tenemos otros problemas; estamos sometidos en Europa a la hegemonía de una potencia económica que hace caso omiso de los sufrimientos de una parte muy importante de la población europea; estamos sometidos a una potencia que mira únicamente por sus propios intereses y cuya líder puede volver a triunfar en las elecciones del mes de septiembre de 2013.

Si queremos evitar los males de esta política de austeridad tenemos que dar una respuesta; tenemos que articular un contrapoder sindical europeo con el que los Estados tengan que negociar; ese contrapoder (por el que clamaban los trabajadores en la huelga general del pasado 14 de noviembre) tiene que ir unido a la voluntad de los países europeos de plantar cara a Alemania, de recordar que por el actual camino vamos al desastre.                                                                                                                                                                                               
Y eso fue para mí lo más interesante del acto del aniversario. Todo ha cambiado y los españoles -con la excepción de una parte de Izquierda Unida que insistió en estos peligros como la voz que clama en el desierto- no fuimos capaces de prever el monstruo que estábamos creando. Hoy ese monstruo ha crecido y las respuestas siguen siendo muy tibias. Por ello, cuando se dice que la izquierda no tiene proyecto hay que responder que no es verdad, que sí lo tiene, que se trata, por complicado y difícil que sea, de plantar cara a la actual deriva europea.          


Antonio García Santesmases es catedrático de Filosofía Política de la UNED.


sábado, 17 de noviembre de 2012

El resto no fue silencio (II)

Escrito por Antonio García Santesmases* en recuerdo de Luis Gómez Llorente. 
Publicado en Cuartopoder el 5 de noviembre de 2012

   Cuatro son, a mi juicio, las grandes aportaciones de Luis Gómez Llorente, que se pueden resumir en cuatro interrogantes: ¿qué queda hoy del pablismo?; ¿cómo debemos recuperar la memoria republicana?; ¿cuál es el lugar de la escuela pública?; ¿cuáles son los retos más importantes del laicismo? 

A cualquiera de estas cuestiones dedicó páginas y páginas pero, por mor de la brevedad, y abusando de la hospitalidad de los amigos de cuartopoder, intentaré resumir, al máximo, su aportación. Al estudiar la aportación de Pablo Iglesias, Gómez Llorente dedica muchas páginas a analizar la razón por la cual el fundador del PSOE y de la UGT consideraba imprescindible poner en marcha una organización política y una organización sindical distintas al anarquismo y al republicanismo. Anarquistas, socialistas y republicanos eran reacios al régimen de la restauración pero mientras los anarquistas eran contrarios a cualquier participación en la vida política institucional y los republicanos querían centrar la batalla en la forma de Estado y en la cuestión religiosa, los socialistas trataban de aunar su compromiso con la defensa de los trabajadores, y la puesta en marcha por tanto de un sindicato (lo que les acercaba a los anarquistas) con la necesidad de que esa tarea sindical no agotara la estrategia de los trabajadores organizados. Era imprescindible que esa tarea de vertebrar al movimiento obrero contara con una voz en el parlamento. Con una voz libre, independiente, distinta a la de los partidos del sistema y distinta a los partidos republicanos, por cuanto estos se dirigían a toda la nación. A una nación distinta evidentemente a la que conformaba el régimen de la restauración. Los socialistas debían intervenir en política, pero como correspondía a un partido de clase, para defender los intereses de los trabajadores organizados, utilizando el Parlamento como una caja de resonancia de sus posiciones, como un altavoz que les permitía hacer propaganda de sus ideas.

Son muchas las páginas dedicadas por Gómez Llorente a analizar los avatares del primer
socialismo. Avatares y contradicciones que se agudizan en los años treinta. Pablo Iglesias ha muerto en 1925 y pocos años después los socialistas forman parte de los primeros gobiernos de la República y en ese momento se vuelve a plantear con toda intensidad el drama que había presidido la vida de Iglesias: ¿cómo ser capaces de defender los intereses de los trabajadores y a la vez auspiciar las reformas liberales, democráticas, modernizadoras que la sociedad española necesitaba? Al formar parte de los gobiernos del primer bienio, gobierno conformado por socialistas y republicanos, Largo Caballero intenta articular reformas favorables a los trabajadores pero es consciente de la inquina de los anarquistas que critican la colaboración de los socialistas con los partidos burgueses. Largo Caballero y Prieto tendrán después enormes diferencias pero en aquellos primeros momentos coincidían en la necesidad de aunar las reformas republicanas con los derechos sociales. La burguesía republicana era muy débil y no podía sobrevivir electoralmente sin el apoyo de los socialistas pero éstos sufrían una feroz campaña de descrédito por parte de los anarquistas, abominando de su colaboración y de la propia república.

Frente a una visión edulcorada de aquellos años treinta, frente a una visión de la memoria
histórica como una esquemática contraposición entre la derecha y la izquierda, Gómez Llorente fue investigando todos los textos, todos los discursos, todas las intervenciones de los distintos socialistas, centrándose especialmente de Largo Caballero, para profundizar en la complejidad de un personaje estigmatizado por muchos historiadores. La investigación que realizó fue exhaustiva para captar al personaje en toda su complejidad: para estudiar todo lo ocurrido en aquellos años del 33 al 37 pero conectándolo con el Caballero contrario a la escisión comunista del año 21, y recordando sus intervenciones en plena Guerra Civil y sus escritos en el exilio, a la vuelta del campo de concentración.

Todo el estudio de los clásicos del socialismo, no le hizo olvidar nunca que lo importante era afrontar el problema del futuro del movimiento obrero. Tras la segunda guerra mundial, tras la experiencia atroz del fascismo y del nazismo, los socialistas valoraron muy positivamente la necesidad de preservar las libertades públicas, de afianzar los derechos humanos y de dotar de sentido a las instituciones de la democracia representativa. Todo esto lo hicieron en un momento en el que se pudo llegar a un acuerdo con las fuerzas liberales y democristianas para dar sentido al Estado del bienestar de posguerra. Un Estado en el que juega un papel esencial la escuela. La escuela pública como mecanismo que permite compensar las desigualdades sociales, que permite abrir las oportunidades de vida a los sectores explotados, que posibilita formar ciudadanos que interioricen los valores laicos y republicanos.

Es en el modelo del Estado social y de la democracia republicana donde Gómez Llorente encuentra la posibilidad de dar una continuidad a los mejores afanes del movimiento obrero. Una continuidad que no es, sin embargo, ciega a los efectos devastadores del impacto del neoliberalismo y de una globalización sin cortapisas. Con motivo de su muerte algunos amigos comunes, han recordado el gran mérito de un hombre que vivió hasta el final de acuerdo con sus convicciones pero advirtiendo, que su muerte le evitará asistir al desmoronamiento de los sindicatos.

Es una advertencia importante. Una advertencia a tener muy en cuenta porque muchas de las reflexiones de Gómez Llorente pueden quedar sumergidas en una nebulosa si pensamos que el creía en un movimiento obrero sin fisuras, al que no había impactado los avatares del siglo veinte y el capitalismo globalizador del siglo veintiuno. Nada más lejos de la realidad. En su esfuerzo por rescatar la memoria de los clásicos, Gómez Llorente no se quedaba en la pura repetición mimética, ni sucumbía a la mera lectura filológica. Trataba de rescatar un legado. Y ese rescate sólo era posible si los sindicatos dedicaban tiempo y esfuerzo a recuperar su memoria y actualizar su proyecto. Si no recuperaban su historia, si no eran capaces de poner encima de la mesa su interpretación de lo ocurrido, no tendrían futuro.

Gómez Llorente era muy consciente del esfuerzo ideológico que realizaban las organizaciones confesionales y las fundaciones liberales por actualizar su interpretación de la historia de España, y su lectura de la relación entre Estado, mercado y sociedad civil.

Por ello llamaba una y otra vez a las organizaciones sindicales a actualizar su proyecto, a
recuperar su memoria. Una de las aportaciones más importantes en este sentido está en su obra Apuntes sobre el movimiento obrero. En esta obra va dando cuenta del origen del movimiento obrero y mostrando la necesidad de un sindicalismo que sea capaz de articular las reivindicaciones de los trabajadores, de negociar los convenios, de gestionar servicios imprescindibles para que los trabajadores alcance su estatus como ciudadanos, pero que sean capaces también de idear una sociedad alternativa a la sociedad existente.

Todo ello conecta con el tema del laicismo. Para Gómez Llorente, igual que el sindicato sufre hoy los embates del neoliberalismo, el laicismo sufre los embates de un nuevo confesionalismo que trata de asociar a los defensores de un pensamiento laico, con los peores horrores del siglo veinte, con el totalitarismo y el nazismo. Un hombre como él – sensible como pocos a mantener la fidelidad a las propias convicciones– era muy consciente del ataque del mundo neoconservador al pensamiento laico y su esfuerzo por reducir el laicismo a un hedonismo relativista sin ninguna sustancia ética. Para Gómez Llorente era imprescindible la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento, la libertad de religión, la separación entre la Iglesia y el Estado, pero esa libertad, que fue la gran conquista del primer liberalismo, quedará en nada si no somos conscientes de la
necesidad de comprender que el ser humano debe ser libre frente al poder de las Iglesias y al poder absoluto de los Estados, pero también frente al poder despótico de los patronos.

Todo esto está muy alejado del relativismo hedonista y le llevó a ser uno de los promotores de esa materia escolar tan combatida por neoliberales y neoconfesionales, como es la Educación para la Ciudadanía. Por ello, para terminar diré que los que consideran que no estaba al día y que vivía en otro mundo, deberían leer dos de sus últimos trabajos: los que se refieren a la sentencia de los tribunales sobre la asignatura Educación para la Ciudadanía y el referido al entorno educativo y doctrinal del ministro Wert. En ambas sobresale el gran defensor de la escuela pública y de lo mejor del pensamiento laico.

Hay ocasiones en las que la retirada de la política conduce al resentimiento, a lamerse en las propias heridas; en otras provoca una melancolía que impide la palabra, como si el político se quedara sin función, sin tarea, sin papel. Gómez Llorente logró lo más difícil: evitar el resentimiento y superar la melancolía, y consiguió que su retirada de la política institucional le llevara a recuperar una libertad plena de palabra y de escritura. Logro así, que estos treinta últimos años fueran enormemente fecundos, mostrando en los hechos que el resto de su vida no fue silencio.


(*) Antonio García Santesmases es catedrático de Filosofía Política de la UNED.

El resto no fue silencio (I)

Escrito por Antonio García Santesmases* en recuerdo de Luis Gómez Llorente. 
Publicado en Cuartopoder el 4 de noviembre de 2012

  Con motivo del fallecimiento de Luis Gómez Llorente se ha subrayado - justa y acertadamente - su voluntaria retirada de la política institucional a partir de la victoria del PSOE en octubre de 1.982. Muchos de los comentaristas han recordado su voluntaria automarginación de los fastos de la alta política y su voluntaria reclusión en el campo de la Educación, tanto en los centros de enseñanza secundaria, como en el seno de la Unión General de Trabajadores en las actividades de formación de los trabajadores. Ambas cosas son ciertas pero estuvieron unidas a una ingente obra escrita, desparramada por infinidad de artículos sobre los más variados temas que convendría recordar, analizar y estudiar, para lograr que su legado no quede en el olvido.

El abandono de la política institucional no se explica sin tener en cuenta todo lo ocurrido en el año 1979. Gómez Llorente era uno de los dirigentes más importantes del PSOE en el período que va de enero de 1976 a mayo de 1979. En aquel enero accede a la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE y vive desde dentro todo el proceso de transición a la democracia. Encabeza la candidatura por Asturias a las primeras elecciones generales y es el responsable de la relación del PSOE con la Iglesia Católica y, por tanto, el encargado de negociar todos los temas vinculados al modelo educativo.

Hoy cuando discutimos una y mil veces sobre aquel proceso de transición y cuando, gracias a las reivindicaciones de las asociaciones que fomentan la memoria histórica y a la tarea de jóvenes historiadores, vamos descubriendo los límites de ese mismo proceso hay que reconocer que no fue éste el motivo de la gran discrepancia de los socialistas en aquella primavera de 1979. En aquel momento, tanto los partidarios de Felipe González como los que apoyamos las posiciones de Luís Gómez Llorente, aceptábamos el consenso constitucional, y apoyábamos el proceso de transición pero había algo que nos separaba; no coincidíamos en la tarea a realizar a partir de la derrota electoral sufrida por el PSOE en el mes de marzo de 1979.

Los viejos del lugar recordarán que en aquellas elecciones Adolfo Suarez se dirigió  a los españoles pidiendo que no se llamaran a engaño. Si estaban de acuerdo con lo hecho hasta ese momento era imprescindible apoyar al gobierno de UCD, máxime cuando los socialistas engañaban a los españoles. Los socialistas -decía Suarez- tienen un doble programa; uno es el programa que presentan a las elecciones, un programa moderado, sensato y prudente pero el auténtico programa es otro: el auténtico programa está oculto, es un programa reflejado en las tesis del XXVII Congreso de su partido, celebrado en diciembre de 1976. En ese programa oculto hablan del control obrero y de la autogestión de los trabajadores y defienden la ruptura con el capitalismo y la neutralidad activa en política exterior, apoyan el derecho al aborto y la independencia rigurosa entre la Iglesia y el Estado. Elegir a los socialistas es apoyar el marxismo. 

Muchos expertos electorales consideraron entonces que aquella intervención televisiva fue demoledora, que Suarez movió a muchos indecisos a no dar su voto a los socialistas. Un mes después se produjeron las elecciones municipales. UCD ganó en muchas capitales de provincias pero el pacto entre el PSOE y el PCE provocó que las grandes alcaldías fueran a parar a la izquierda. 

En esa circunstancia cabían dos caminos. Uno era olvidar las resoluciones del Congreso anterior y procurar ir aproximando las tesis de los socialistas a las querencias de la mayoría del electorado; era la manera de conseguir que el voto centrista, moderado, no se sintiera espantando ante la radicalidad de las propuestas de los socialistas. La otra posición -la que defendía Gómez Llorente- consideraba que no era deseable sacrificar la identidad ideológica del Partido Socialista a las preferencias de la franja centrista que delimitaba las victorias electorales. 

Un partido socialista no debía abdicar de sus convicciones en aras de un éxito electoral inmediato. Debía vertebrar ideológicamente a las capas de la sociedad contrarias a las tesis liberal-conservadoras. Una vertebración que exigía tiempo, estudio, dedicación y un gran esfuerzo político para realizar una tarea pedagógica de persuasión y convencimiento.

Este debate entre las dos posiciones no fue un debate académico; como suele ocurrir en política se produjo inflamado por las pasiones y por los sentimientos encontrados. Al llegar a aquel congreso de mayo del 79, los delegados se dividían en tres partes: un tercio favorable a las posiciones de Felipe González, un tercio favorable a las posiciones de Gómez Llorente y un tercio que pretendía el imposible de conseguir un PSOE que se mantuviera fiel a las tesis marxistas pero que siguiera contando con Felipe González como secretario general. Felipe González dimitió y todos los que componían el sector intermedio, aterrados ante el enfado del secretario general, prefirieron que el PSOE se quedara sin ejecutiva antes de perder a Felipe González. Los vencedores afirmaban que no había que sacralizar el pensamiento de Carlos Marx y lograron sus propósito; eso sí iniciando el camino de la deificación de Felipe González. Esa deificación contó con el apoyo de los grandes medios de comunicación que estigmatizaron la posición de los críticos hasta reducir sus posiciones a la caricatura. A partir de ese momento se fue construyendo una historia oficial para la cual aquellos críticos quedaban reducidos al papel de un obstáculo venturosamente saltado para lograr alcanzar la racionalidad de un liderazgo firme, prudente, sensato y moderno que permitiría grandes victorias electorales y 14 años de gobierno.

Esa historia oficial ha inundado cientos de páginas. Algunos de los protagonistas de aquellos hechos como Pablo Castellano o Francisco Bustelo han dado en numerosas ocasiones su versión de lo ocurrido, la han plasmado en libros de memorias. No así Gómez Llorente que prefirió no volver sobre lo ocurrido aquellos días. Tampoco explicitó, en artículos o en entrevistas en los grandes medios de comunicación, los motivos de su alejamiento de la política institucional. Esta decisión, esta voluntaria retirada de los focos de la alta política, ha provocado que cada uno tenga en su cabeza una interpretación de lo ocurrido entonces. Esa voluntaria reclusión en la vida profesional y en la militancia sindical, ese silencio tan pronunciado, ha provocado que sean muchos los que piensen que el resto de su vida política constituyó un silencio prolongado. No fue así, pero para conocer el resto de su actividad, hay que poner el foco en publicaciones minoritarias donde fue difundiendo una aportación inestimable al pensamiento socialista. 

Volviendo a nuestra historia hay que decir que en aquellos meses de debate, en el ya lejano verano de 1979 se insistía por parte del sector felipista en la necesidad de enterrar la acumulación ideológica del PSOE, fruto de la clandestinidad y del exilio, que lastraba al Partido Socialista como partido de gobierno. Para Gómez Llorente, ahí estaba el peligro: el peligro del electoralismo (de decir lo que la mayoría del electorado quería oír y reducir la tarea de un partido político a conseguir un líder competitivo electoralmente) y el peligro de la desideologización, de llegar a una situación en la que fueran indistinguibles las ofertas electorales de las grandes formaciones políticas.

Frente a ambos peligros, Gómez Llorente recordaba que si uno analiza los textos de Pablo Iglesias, de Largo Caballero, de Prieto o de Fernando de los Ríos y observa lo que decían del nacionalismo catalán o del nacionalismo vasco, del régimen capitalista, de la República, de la cuestión religiosa o de la lucha de clases, constatará una enorme diferencia con los discursos de Felipe González, tanto en el estilo como en los contenidos. Ante esta situación era imprescindible preguntarse qué quedaba del proyecto socialista, en qué consistía la diferencia entre derecha e izquierda, por donde debería ir la actualización de ese pensamiento en un contexto histórico distinto al de la primera mitad del siglo veinte.

Luis Gómez Llorente sabía de lo que hablaba: era de los pocos socialistas que habían debatido con los hombres del exilio (con el propio Indalecio Prieto), que habían tratado a Rodolfo Llopis, que había publicado una Historia del PSOE desde los orígenes hasta la escisión comunista. Una vez que el partido socialista siguió la senda abierta por el electoralismo y la desideologización, se refugió en una tarea apartada de los focos pero enormemente fecunda: reconstruir la memoria de lo mejor del pensamiento socialista, dar la palabra a todos aquellos que estaban siendo olvidados en aras de las urgencias de la coyuntura política y de los requerimientos de los técnicos electorales. Aprovechó el alejamiento de los focos mediáticos para lograr que la palabra de los socialistas volviera a ser recordada. Esa fue su tarea durante los últimos treinta años, en los que para bien de la izquierda, no todo fue silencio. En la segunda parte del artículo intentaré resumir algunas de estas aportaciones.

(*)  Antonio García Santesmases es catedrático de Filosofía Política de la UNED.
Foto: Luis Gómez Llorente (izda.) y Pablo Castellano, en una imagen de 1983. / Wikipedia