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lunes, 10 de noviembre de 2014

LOS DESAFÍOS PARA IZQUIERDA SOCIALISTA


LOS DESAFÍOS PARA IZQUIERDA SOCIALISTA

Esteban Villarejo, doctor en Ciencias Políticas, miembro de Izquierda Socialista - PSOE


Izquierda Socialista se enfrenta a un entorno que parece proyectar varios desafíos importantes. Si la Corriente los afronta de manera adecuada, parece probable que IS se convierta en un foco de referencia importante para la Izquierda, experimente un proceso de expansión importante, y consiga una incidencia considerable en términos de transformación social. Si titubeamos en reconocer y afrontar esos desafíos, perderemos militantes por la izquierda, y nos convertiremos en una porción poco significativa de un Partido cada vez menos significativo.
Los desafíos en cuestión parecen cuatro:
  • El más importante sería terminar de plasmar la Identidad de Izquierda Socialista (y con ello, la que deseamos para el PSOE). Se atraviesan momentos de una gran efervescencia en la Izquierda, pero en todo el espectro de formaciones políticas que participan de esta orientación se advierte una gran confusión de propósitos y concepciones de la realidad. Se echa de menos alguna formación con una identidad ideológica que sea vigorosa y, a la vez, nítida.
Identidad no es lo mismo que programa. Se trata de un ideario o conjunto de criterios fundamentales, bien articulados y argumentados, que definen una gran alternativa política. Es algo fundamental para el Partido, e incluso para toda la Izquierda. Por ello, si Izquierda Socialista es capaz de plasmarlo se convertiría en su activo más importante, para crecer y sobre todo para conseguir los objetivos de transformación social que se condensan en ese ideario. En “Argumentos Socialistas” estamos trabajando para mejorar esa definición de Identidad.
Tras esa definición, la Identidad debe proyectarse posteriormente en dos direcciones: en primer lugar, en la confección de programas. En segundo lugar, en la identificación de criterios para la transformación social directa, incluyendo una renovación de la cultura dominante.
  • Otro desafío es el organizativo, que ya se está afrontando con pasos como la creación de un listado de miembros y el fortalecimiento de los mecanismos de coordinación. Quedan todavía objetivos a cubrir, que esencialmente deben identificarse desde los fines de la Corriente misma. Por ejemplo, sería conveniente distinguir las decisiones que se toman a través de voto, y en su caso de representación; en segundo lugar, los pronunciamientos a tomar en nombre de la Corriente, así como decisiones a tomar en situaciones de urgencia. En tercer lugar, hay que prever las actividades de expansión y transformación social, incluyendo formación, difusión, acción municipal, “afiliación”, acogida y otras. En este tercer bloque sería conveniente distinguir entre las actividades colectivas y las de ejecución individual, aunque en su caso en grupo.
  • Un desafío ligado al anterior es la democratización efectiva de la Corriente. Precisemos algo importante: Izquierda Socialista ha avanzado desde su nacimiento impulsada por el liderazgo de un número limitado de personas. Ese liderazgo es muy valioso, y por tanto debe mantenerse e incluso expandirse. Ahora bien, es necesario distinguir entre el liderazgo y la toma de decisiones, incluyendo la elección de representantes. Esta segunda debe ser rigurosamente democrática, y regirse por el principio de “una persona, un voto”, desde el coordinador estatal al último llegado.
Al mismo tiempo, la Corriente debe abordar actividades de expansión y transformación social directa. Para ello hace falta iniciativa, capacidad de propuesta y empuje personales, y también dar cierto margen de discrecionalidad a determinados representantes.
  • El cuarto desafío que debe afrontar Izquierda Socialista, tiene relación con el primero, pues se funda en la Identidad. Se trata de elaborar programas políticos. En unos casos se trata de prepararlos colectivamente, y en otros de capacitar a los miembros de la Corriente para intervenir en su elaboración. Entre los primeros tipos de programa, se incluye el dirigido al conjunto del Estado, el propuesto para la Unión Europea y quizá algunos programas autonómicos. Entre los segundos se encuentran los municipales y algunos autonómicos.

En este segundo nivel se trata de capacitar a los miembros, estimularlos para que se inserten en movimientos asociativos, y ofrecerles cierto apoyo técnico; por ejemplo, para hacer estudios estratégicos a escala municipal o autonómica, en orden a identificar objetivos. 

domingo, 20 de julio de 2014

El FUTURO DEL PSOE Y DE IZQUIERDA SOCIALISTA



Esteban Villarejo, doctor en Ciencias Políticas, miembro de Izquierda Socialista - PSOE




PRIMERO, UNA COMPROBACIÓN OPTIMISTA
Las elecciones recientes para la Secretaría General del PSOE parecen haber dejado en muchos miembros de IS un sabor agridulce. Por una parte la Corriente está creciendo mucho, y no sólo en número sino también en vitalidad. Asimismo, los resultados obtenidos parecen obligar a los órganos del Partido a reconocer a la Corriente un peso más grande y más definido que anteriormente.
Además, ese peso probablemente es mayor que el que arrojan los resultados de las elecciones, debido a que las maniobras del “aparato” han influído para que afiliados que por sí mismos no habrían ido a votar, lo hayan hecho finalmente, debido a la insistencia y facilidades de bastantes secretarios de agrupaciones. Los votos conseguidos de esa forma han influído también en reducir la abstención; por tanto, ésta debería ser reconsiderada al alza. En una estimación muy gruesa, la mitad de la afiliación al PSOE, aproximadamente, no parece ir acompañada de una verdadera militancia. Por tanto, una de las carencias importantes de nuestro Partido sería la escasez de militancia; el gran rival del PSOE, el PP, dice tener 900.000 afiliados.

INSUFICIENCIAS Y DUDA
Además de la escasez cuantitativa, sorprende el color ideológico de la afiliación. Es cierto que un cierto número de militantes de izquierdas ha votado a Eduardo Madina porque le han estimado con más posibilidades de vencer al rival que veían más a la derecha. Ahora bien, la mayoría del Partido se ha manifestado como esencialmente centrista.
Otro hecho preocupante es el peso que ha revelado el “aparato”. Lo que hace negativo ese peso es que bastantes de los dirigentes han demostrado no creer en la democracia y no respetar a los militantes. En el PSOE hay muchos que defienden la República, pero ésta no consiste sólo en que el Jefe del Estado pasa a ser elegido por los ciudadanos. El espíritu republicano es algo mucho más profundo, y el “aparato” de nuestro Partido (mejor dicho: bastantes de sus componentes) está muy lejos del mismo. El espíritu republicano se basa en la concepción de que la comunidad política está compuesta por ciudadanos iguales en dignidad y en derechos, y partícipes en las responsabilidades colectivas. Es evidente que gran parte del “aparato” de nuestro Partido no cree seriamente en la democracia, y no respeta suficientemente a los militantes.
Las apreciaciones negativas que se han comentado pueden llevarnos a dudar de si el PSOE es un cauce adecuado para personas que aspiran de manera profunda y decidida por la transformación social. De hecho, algunos de nuestros compañeros en IS se han ido a otras formaciones, o al menos han votado por ellas en las últimas elecciones. ¿Es eso lo más adecuado?

UNA APUESTA VIGOROSA POR IZQUIERDA SOCIALISTA
Cuando surge una duda como la expresada, suele ir acompañada de un cierto vértigo, pues se abren distintas alternativas, y ninguna ofrece una seguridad absoluta. Esa situación es frecuente en la vida humana, porque tanto para conocer como para actuar, necesitamos hacerlo con hipótesis; es decir, con suposiciones que fundamos en razones y contrastamos con sus alternativas. Ahora bien, siempre tienen algo de apuesta.
En el caso que nos ocupa, también sucede así, pero parece haber razones suficientes para apostar por el PSOE, y dentro de él y sobre todo por Izquierda Socialista. Es cierto que el PSOE tiene importantes debilidades, pero algunas encierran oportunidades. Por ejemplo, el Partido parece tener una afiliación escasa, más bien liberal, de una edad media bastante avanzada y escasa en cuadros. Pues bien, eso ofrece la oportunidad de expandir el Partido con cierta facilidad, y abrirlo a personas dispuestas a realizar una verdadera transformación social. Esa labor de fortalecimiento y reorientación conviene realizarla en el PSOE, y no en otros partidos. El PSOE sigue siendo una fuerza muy importante, y con todos sus defectos tiene una organización y unos medios activos. Los partidos de Izquierda alternativos al PSOE también tienen insuficiencias, y a veces decisivas. Por ejemplo, en unos casos integran colectivos y orientaciones aún más diferentes que el PSOE; en otros, mezclan objetivos acertados con otros que son inviables pero se acompañan con una retórica que los hace todavía más imposibles. Ese tipo de infantilismo, como lo calificaba Lenin, puede dividir decisivamente a la Izquierda, y hacer imposible su acceso al poder durante mucho tiempo. La legislación electoral hace muy difícil rehacer la Izquierda desde sus fundamentos, y de tal modo que la apuesta que parece más realista pasa por el PSOE.
Ahora bien, para que el Partido se constituya en una fuerza transformadora, deber dotarse de la capacidad para ello. Por ello y ante todo, ha de ser él mismo transformado. Es necesario reintroducir el Socialismo en el Partido Socialista, y eso ha de proceder de Izquierda Socialista. Como decíamos antes, la afiliación actual es reducida y centrista; por tanto, las posibilidades de añadir voluntades al Socialismo dentro del propio Partido, son limitadas. Por ello resulta necesario expandir el Partido hacia fuera, integrando personas que optan por la solidaridad, en su caso porque sufren ellas mismas la explotación o exclusión que provoca el Capitalismo. Dada la inmensa cantidad que existe de jóvenes excluídos por el Sistema, éstos pueden constituir el contingente principal.
Ahora bien, ¿cómo conseguir esas nuevas incorporaciones, y en una cantidad elevada? La respuesta que probablemente viene primero a la mente, es muy obvia: “Convenciéndoles”. Eso abre un segundo interrogante: ¿cómo es posible convencer a esas personas?
La respuesta ahora sería: mostrándoles una gran alternativa de organización política, y demostrar su superioridad sobre las restantes alternativas. Es decir, se trataría de proponer un ideario fundamental y demostrar las razones que lo sustentan.
Esa gran alternativa debería incluir algún elemento de diagnóstico acerca de la realidad, tal como los criterios que rigen la distribución del producto social. En segundo lugar, y en relación con lo anterior, se incluye alguna opción fundamental, tal como la decisión de organizar la sociedad sobre la solidaridad. En tercer lugar, se incluyen unos primeros desarrollos de esa opción, sobre grandes objetivos y los medios principales para conseguirlos. Esos tres tipos de elementos configuran un todo coherente y apoyado en razones, que debe constituir la identidad del Partido, y al mismo tiempo debe ser una brújula para la conciencia de muchas personas, y una orientación para la acción.
La necesidad de una identidad de ese tipo suele ser percibida en las formaciones de izquierda, pero a menudo de una forma confusa. A veces se habla de una "filosofía", o de un "marco" global de interpretación; otras veces de un gran "proyecto". En este punto es conveniente citar un error frecuente, que es confundir la identidad de un partido con los programas que formula con una u otra ocasión. La Identidad ha de ser la base de los programas, pero éstos son criterios más concretos, y también más relativos, pues han de estar adaptados al entorno territorial y temporal para el cual se formulan. Los programas incluyen desarrollos de los criterios de identidad, pero de manera más amplia y dispersa que la Identidad; por ello suele ser conveniente acompañar esos objetivos de una reflexión estratégica, en orden a concentrarlos y secuenciarlos adecuadamente.
En el caso del PSOE, la identidad se ha ido degradando, y confundiendo con los criterios de programa. Izquierda Socialista ha conservado la preocupación por la Identidad, y ha tratado de reformularla en diversos momentos. Falta únicamente hacer un esfuerzo final de vertebración y argumentación, y distinguir entre lo que son criterios de Identidad y objetivos programáticos.
Con base en todo lo anterior, proponemos una acción dirigida a tres grandes objetivos, que en parte se secuenciarían en etapas, pero en cada una de ellas se integrarían los objetivos restantes:
  • En la primera etapa, la prioridad principal sería conseguir esa consolidación de la Identidad que se acaba de proponer.
  • Conseguido lo anterior, parece conveniente hacer un plan de difusión de la Corriente y del Partido. Incluiría proselitismo, pero en su versión más noble; es decir, priorizando el respeto y consideración hacia el interlocutor, y la escucha hacia el mismo, lo cual exige una actitud autocrítica. Proponemos algo que nos parece justificado y valioso, pero escuchamos al interlocutor y tratamos de descubrir el valor de sus razones.
La difusión citada podría incluir la presentación de IS y el PSOE en centros universitarios y de enseñanzas medias, y en otras instituciones y colectivos. También se trataría de establecer contacto con personas que tengan un comportamiento social y personal positivo. Y con líderes y personas dotadas de cualificaciones valiosas para la colectividad en materia política, económica o social.
  • La tercera etapa, que debe iniciarse desde que se integren nuevos militantes, sería dar acogida y formación a las personas que se vayan incorporando a la Corriente y al Partido. La mera militancia ya requiere una formación elevada, pero además ésta es necesaria para hacer una labor de transformación social directa, y también para aportar cuadros preparados al Partido, pues en estos momentos existen grandes carencias al respecto. 

lunes, 28 de abril de 2014

CATALUNYA, ¿UN APAÑO DE LA DERECHA?

CATALUNYA, ¿UN APAÑO DE LA DERECHA?
Mario Salvatierra Saru


            Hay una derecha anclada en las viejas idealizaciones sobre España: la que recela de las identidades territoriales singulares, la que cree que la lengua castellana no puede compaginarse plenamente con la lengua catalana, vasca y gallega, la que se enoja con las culturas periféricas porque valora, al decir de Ortega y Gasset, que les "falta el último piso" (echan de menos un Cervantes, un Quevedo o un Lope de Vega), la que, aunque no la votara, hace suya la Constitución porque no solivianta el pasado con la memoria de los vencidos en la guerra civil y la que le agria saber que la semilla del laicismo crece a dentelladas en la juventud. Sin embargo, hay otra derecha, propensa a aceptar el desafío de la estructura territorial del Estado español, a la que no le causa fatiga entrar de lleno en el debate porque se vive más ligada a la tradición liberal.
            Este es el caso, entre otros, de Miguel Herrero de Miñón, Juan José López Burniol y José Antonio Zarzalejos. Todos ellos comparten dos ideas básicas: salvar a la Corona de las embestidas republicanas al orden constitucional e ir hacia una transacción entre el PP y el PSOE de la que emane una nueva Disposición Adicional en la Carta Magna. Se trata, sobre todo, de evitar un pleito radical constituyente, esto es, preservar la estabilidad del pacto de la Transición. La propuesta transita en los siguientes pasos: 1. Reconocer el estatus de "nación" a Catalunya. 2. Otorgarle competencias exclusivas en materia de lengua, enseñanza y cultura. 3. Establecer el "principio de ordinalidad" en lo relativo a la financiación. 4. Reformar el Senado en una cámara territorial. 5. Aceptar los referéndums consultivos convocados por las autonomías. (1) Una vez aprobados mayoritariamente estos puntos en Catalunya a través de un referéndum consultivo, se iniciaría la pertinente reforma constitucional con los apoyos del PP y del PSOE y, por supuesto, con la aquiescencia de CiU y del PNV.
            ¿Qué duda cabe de que frente al inmovilismo del más rancio nacionalismo español y la deriva del secesionismo eufórico de ERC esta iniciativa de la derecha "templada y liberal" puede despertar el entusiasmo entre quienes prefieren una España frágil a una España rota? Este "apaño", en primer término, viene muy bien a las élites económicas y, en segundo término, ideológicamente reposa en la placidez institucional que mantiene el statu quo. Empero, el andamiaje constitucional, lejos de consolidarse con esta supuesta salida, puede acabar resquebrajándose por ser completamente insatisfactorio para una gran mayoría.
            La crisis que vivimos no solamente es territorial, también zarandea todo el sistema: una institución política en la que mandan los ricos no es una democracia sino una plutocracia, un gobierno subordinado al interés de unos pocos no es una democracia sino una oligarquía. La crisis económica ha puesto en evidencia que el sistema político imperante es una "oligo-pluto-cracia" que ya no esconde o encubre su voluntad de aniquilar el Estado social. ¿No tendría que abordar una reforma constitucional qué papel le damos realmente a los derechos económicos y sociales? ¿O dejamos las cosas como están incluida la modificación del artículo 135 de la Constitución?
            Por otra parte, ¿vamos a arreglar las cuestiones territoriales de Catalunya y Euskadi y, por bien de la fe católica, dejamos intactos los acuerdos con la Santa Sede? ¿Vamos a continuar con la enseñanza confesional de la religión en la escuela para no despertar la animadversión de la derecha española y ofender la liturgia del PNV y de Unió?
            ¿Será inoportuno también cuestionarse el consenso sobre la monarquía? Hace un par de días atrás, Antonio García Santesmases me recordaba que mucha gente en España se definía no como monárquica sino como "juancarlista". E inmediatamente preguntó: "¿entonces qué hacemos con Juan Carlos? Después de Corina, Urdangarin ... ¿qué razones tenemos para ser "juancarlistas"?" No obstante, he de aclarar que en otra conversación oí decir que era mejor que la izquierda no removiera la discusión entre monarquía o república porque, en caso de que saliera adelante esta última, ¿qué candidato/a tendría la socialdemocracia para presidir la República? Chascarrillo aparte,   todo apunta a que en el índice de una reforma constitucional se registre este debate.
            Probablemente la mayoría de la prensa escrita a nivel nacional avalará una reforma como la que proponen Herrero de Miñón, López Burniol, Zarzalejos y la derecha liberal. Tal vez esta sea la "imaginación" que recientemente reclamaba Rajoy en el Senado a CiU. Después de las elecciones europeas lo veremos. Pero tengamos en cuenta que bien analizadas las cosas no conviene la subsistencia de una pseudoreforma cuando la realidad desborda los dogmas de la Transición. La ristra de desaires económicos, políticos y sociales puede terminar socavando definitivamente la confianza de la mayoría social en la democracia representativa.

1. Véase, Juan José López Burniol, La Vanguardia, 24 de abril de 2014.


27 de abril de 2014

miércoles, 26 de marzo de 2014

HAY QUE RECONSTRUIR LA FORMACIÓN PROFESIONAL “EN EL EMPLEO”

HAY QUE RECONSTRUIR LA FORMACIÓN PROFESIONAL “EN EL EMPLEO”
Esteban Villarejo

Recientemente se han hecho públicos unos hechos referentes a la formación profesional continua, que son "la gota que colma el vaso". Primero se había informado de  unos gestores de formación que la utilizaban para obtener márgenes exorbitantes. Después se ha sabido que hay organizaciones empresariales que financian de manera ordinaria los sueldos de sus directivos (entre 100.000 y 200.000 euros anuales) con cargo a  subvenciones públicas o “para-públicas”. Lo que ya desborda lo admisible es que eso se admite como legitimo por el Presidente de los empresarios de la Comunidad de Madrid, por la fiscalía, y se supone que por la misma Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo. El pretexto es que las instituciones empresariales y sindicales que hacen formación continua, tienen derecho a cierta proporción de las subvenciones, debido a que contribuyen con infraestructuras y gestión. Eso se estima como razón suficiente para financiar directamente hiper-sueldos de los directivos de esas instituciones, sin necesidad de que tengan participación alguna en la formación.

Aducir eso como justificación revela algo que rebasa la inmoralidad, y entra en el nivel de la amoralidad: de la falta de conciencia moral, pues no se trata ya de aceptar la corrupción, sino de institucionalizarla. Pues bien, se trata de una degradación a la que debemos oponernos quienes optamos por la solidaridad y el respeto hacia el Derecho. Esa oposición debe ir acompañada de una propuesta alternativa; ahora bien, antes de bosquejarla conviene tener en cuenta otro tipo de razones para oponerse al modelo actual, que son tanto o más poderosas que las expresadas.

Son de tipo funcional. La privatización que se ha ido registrando en la gestión de la formación ocupacional y de la continua financiada con fondos públicos (o "para-públicos"), ha provocado una degradación grave en la calidad de esa formación (permítaseme ahora incluir los dos tipos de formación expresados, con la intención que se mostrará más tarde). La razón es que los agentes privados tienden a hacer una formación de coste reducido, con el fin de maximizar su beneficio. Hacer buena formación profesional, es muy caro, porque exige contratar a profesionales de una cualificación excelente, y en lo posible también dotados de competencia didáctica. Esos profesionales poseen cualificaciones que son escasas en el mercado de trabajo, y por tanto muy cotizadas; por tanto, contratarlos cuesta mucho dinero. Por ello, las empresas dedicadas a esta formación profesional para el empleo, suelen contratar profesionales de cualificaciones excedentarias en el mercado de trabajo, o bien provistos de una capacitación muy inferior a la óptima. Asimismo, la oferta de formación suele ser sobreabundante donde los medios 
didácticos que se utilizan son de bajo coste, y en lo posible incluso no sea necesario manejar medios de producción, o bien muy económicos. En cambio, la oferta formativa es muy escasa cuando es necesario utilizar medios costosos, lo cual impide satisfacer las necesidades de cualificación en campos muy importantes.

Otra característica de gran parte de la oferta es su inercia. Para satisfacer verdaderamente las necesidades de cualificación, lo adecuado es  ofertar  formación en las cualificaciones requeridas precisamente allí donde se precisen y en la cantidad en que sean demandadas o se estimen necesarias. Sin embargo, muchos de los oferentes de formación la ofrecen de manera continuada en las mismas cualificaciones, lugar y volumen.

En definitiva, la privatización de la oferta ha llevado a una situación que recuerda lo que en Economía se llama “Ley de Gresham”: “La moneda mala expulsa a la buena”. La formación es muy deficiente tanto en eficacia como en eficiencia, pues es de una calidad muy desigual, y excedentaria en cualificaciones ya suficientemente provistas, mientras que es muy escasa en cualificaciones muy necesarias y de provisión costosa.  

La cuestión es: ¿cuál es la alternativa? Da vergüenza reconocerlo, pero al menos en sus características generales, el referente más cercano en el que fijar la vista es  el antiguo PPO, la Promoción Profesional Obrera de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado. Con todos sus defectos, insuficiencias y desajustes  con la situación actual, merece la pena recordar tres de sus características:
-       Trataba de ofertar una capacitación orientada a la cualificación óptima (si bien de tipo “ocupacional”: es decir medio-bajo). Para ello se contrataba a profesionales con una cualificación excelente, a los cuales se dotaba de capacitación y medios didácticos. Dado que a menudo había que sacarlos de un trabajo bien pagado, se les contrataba con una retribución elevada, pero sólo por el tiempo en que se necesitasen sus servicios, y para hacer formación allí donde se precisasen.
-       Para hacer esa formación adecuada a la demanda, se mantenía contacto con empresas, asociaciones, ayuntamientos y otros agentes, por una parte para conocer sus necesidades y satisfacerlas, y al mismo tiempo para apoyarse en sus infraestructuras y medios, los cuales se complementaban con medios móviles propios.
-        Paradójicamente, esa compenetración con los agentes sociales y adecuación a sus necesidades, sólo era posible porque se trataba de una institución pública, si bien dotada de una gran agilidad. Es decir, tenía más de agencia pública que de administración ordinaria.

La creación del INEM, y la absorción por el mismo del SEAF-PPO, puso fin a esa flexibilidad, y a los principios citados con anterioridad. La cuestión es si no vale la pena rescatar esos principios, aunque la estrategia, organización y metodologías a aplicar, hayan de ser muy distintas de las antiguas.  

sábado, 8 de febrero de 2014

¿QUIÉNES SON "LOS NUESTROS”? La Izquierda ante el Nacionalismo



¿QUIÉNES SON "LOS NUESTROS”? 
La Izquierda ante el Nacionalismo

Esteban Villarejo
Doctor en Ciencias Políticas.
Licenciado en Derecho
Miembro de Izquierda Socialista- PSM 



La mayor parte de los seres humanos parece identificarse con una localidad, región o nación determinada, o con varias de esas comunidades al mismo tiempo. Esa simpatía suele incluir a los seres humanos que conviven en esos territorios. Ambos sentimientos también suelen conducir a pensar que las  comunidades en cuestión tienen derecho a asumir determinadas responsabilidades, y para ello deben disfrutar de las competencias correspondientes.
En este punto los sentimientos que se comentaban suelen acompañarse de la reflexión  racional, y también de la opción. Eso suele surgir, por ejemplo, cuando la la simpatía hacia la propia tierra se proyecta al mismo tiempo a distintas esferas territoriales (localidad, región, nación, comunidad de naciones...). Conviene examinar racionalmente como distribuir responsabilidades y competencias entre unas comunidades y otras, y tras eso es legítima cierta capacidad de opción, sin que eso excluya los sentimientos de identificación y afecto, y también la reflexión ética y la que se centra en la legitimidad de las atribuciones a unas comunidades u otras.
Existe una concepción global que se ha mostrado muy útil para distribuir funciones entre unos ámbitos y otros, y al mismo tiempo, coordinar dichas funciones. Se trata del modelo federal.

IDONEIDAD DEL FEDERALISMO PARA LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE ESPAÑA
El modelo federal parece muy adecuado para España. Nunca se ha adoptado de una manera explícita y formal, pero en distintos períodos y muy decisivos, se han empleado fórmulas muy cercanas, y con resultados muy positivos.
Uno de esos períodos es el que se inicia con el mismo origen del Estado español en la Modernidad, uno de los primeros de Europa e incluso del mundo. La organización política visigoda desapareció con la invasión musulmana, pero dejó tras de sí la aspiración a una unidad que, finalmente, fraguó bajo los Reyes Católicos. Estos inauguraron una unión dinástica con características originales desde sus comienzos, pues esos monarcas mantuvieron la independencia formal de sus respectivos reinos, pero cada uno participaba en el gobierno del otro, y crearon  instituciones unas veces comunes y otras gemelas. Sus sucesores de la Casa de Austria prolongaron esa combinación de diversidad y unidad, pero ya bajo un solo soberano.
El advenimiento de un rey de origen francés rompió con la independencia formal y autonomía de hecho de los antiguos reinos. Eso originó un sentimiento de agravio en territorios donde existía una conciencia autonomista. Después, tras un siglo de centralización con la dinastía de los Borbones, la Guerra de la Independencia provocó un movimiento organizativo que tiene analogía con la federalización. Ante la invasión francesa, con la imposición de un nuevo rey extranjero y un Estado aun mas centralizador que el anterior, surge el prodigio de que en distintas provincias se constituyen juntas, y luego todas ellas eligen una Junta Suprema Central, y se convocan Cortes Constituyentes.
Todo ese movimiento organizativo implica una conciencia de nación que, al mismo tiempo, se manifiesta en los múltiples levantamientos que surgen en multitud de lugares. Así como el Estado español había surgido como uno de los primeros en Europa a fines del siglo XV, ahora es la nación la que se hace plenamente manifiesta, a principios del siglo XIX como una de las primeras en el mundo.
Tras la Guerra de la Independencia, se restablece la dinastía de los Borbones, y con ella vuelve el centralismo. En los dos breves períodos republicanos se vuelve a reconocer la autonomía de los territorios, pero la Dictadura del General Franco retorna al centralismo, si bien con unas concesiones singulares a dos provincias, y con ello a la Comunión Tradicionalista, una de las fuerzas que había cooperado en el llamado “Movimiento Nacional”.
Con el restablecimiento de la democracia, la Constitución de 1978 abre paso a un proceso de descentralización que se ha prolongado durante casi 30 años. A su término, la situación es muy cercana a un Estado Federal, si bien se mantiene una dinámica orientada a la transferencia de competencias; y en algún caso a la transferencia de toda la soberanía.

LA IZQUIERDA ANTE LA CUESTIÓN NACIONAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO
El comportamiento de las fuerzas de Izquierda desde el principio de la Transición Democrática hasta el presente, ha sido desigual. Ha habido partidos y sindicatos que se han unido a organizaciones burguesas en pro de los nacionalismos periféricos. Otras han adoptado posiciones más inclinadas al españolismo, o equidistantes entre uno y otro nacionalismo.
Ante esa dispersión, podríamos preguntarnos si hay alguna orientación que se pueda entender como más propia de la Izquierda, o más coherente con sus planteamientos básicos.
Creemos que sí, y por razones que trataremos de sintetizar. Por descontado, nuestros planteamientos son objetables, y estaríamos muy honrados si son objeto de debate.
Para empezar, hay un posicionamiento que entendemos como propio del socialismo democrático, y no por socialista, sino por demócrata. Se trata de la aceptar consultas de autodeterminación a escala autonómica. Es cierto que en este momento son contrarias a la legalidad constitucional, pero parece conveniente que se reforme la Constitución al respecto, o que se interprete de tal modo que se transfiera a las Comunidades Autónomas la facultad de convocar ese tipo de referendos.
Lo más importante para la Izquierda es qué opción tomar en esa consulta. La más conveniente parece que debe combinar las competencias estatales, las autonómicas y las municipales, a través de un federalismo equilibrado.
Ahora bien, ¿qué se debe entender por equilibrado? Es posible que convenga realizara todavía algunas transferencias, al menos en algunas comunidades; ahora bien, lo que parece más importante en términos generales es converger en objetivos comunes. Es de gran importancia subrayar que no defendemos un movimiento de re-centralización, sino una acción multilateral, pero convergente hacia objetivos compartidos.
Para los trabajadores y los excluidos hay muchos objetivos que solo pueden conseguirse con eficacia a una escala bastante amplia. Por ejemplo, la existencia de un mercado amplio sigue siendo de gran importancia para la productividad, y por tanto para la competitividad y el desarrollo. No es una causalidad que los países que atraviesan más dificultades en Europa sean de pequeño tamaño y población, mientras que Alemania, a través de la Unión Europea, disfruta, al menos para muchos productos industriales, de un mercado prácticamente interior que es más grande que el de Estados Unidos. En cambio, mientras países como Alemania han visto aumentar extraordinariamente su mercado, España ha visto reducirse el suyo para muchos productos, sobre todo servicios, debido al desarrollo autonómico. Para ciertos servicios existen condiciones distintas de prestación en cada una de las 17 comunidades autónomas.
La amplitud de mercado es importante en especial para los factores productivos, y especialmente para el trabajo. Para optimizar el empleo y la calidad en las condiciones de trabajo, es de gran importancia que el mercado de trabajo sea lo más amplio posible, y asimismo los marcos de negociación colectiva. En este punto hubiera sido lógico que los sindicatos hubieran defendido de manera tenaz la amplitud de esos marcos, y sin embargo bastantes uniones territoriales han asumido el nacionalismo estrecho de partidos burgueses.
También es conveniente un ámbito amplio para optimizar la eficacia y eficiencia en muchas actividades, tales como una Ordenación del Territorio eficaz, o una política científica eficiente.
Estamos hablando de razones de funcionalidad; ahora bien, hay otras razones de más profundidad, que afectan a los sentimientos de identificación y afecto que señalábamos al principio. Decíamos que probablemente la simpatía hacia la propia tierra tiene mucho de natural, y afecta también a los trabajadores. Ahora bien, en el trabajo suele experimentarse una solidaridad especial hacia los seres humanos con los cuales se comparte un esfuerzo común. Esa solidaridad tiende a prolongarse hacia otros trabajadores menos cercanos, pero que desarrollan un esfuerzo semejante, y a menudo sufren una explotación y exclusión análogas a las propias. Si se aspira a una superación de esa injusticia, la emancipación ha de ser también un objetivo global o no se conseguirá. Es necesario pasar por encima del juego social tal como lo percibe y teje el liberalismo, incluyendo los nacionalismos. Esas cuestiones tienen una importancia secundaria, y los trabajadores no pueden distraerse de las realidades verdaderamente relevantes, sino que deben diseñar una estrategia de emancipación eficaz, y utilizar la fraternidad entre ellos para conseguir una sociedad justa, solidaria y verdaderamente democrática. Los nacionalismos solo pueden servir para distraerse de los verdaderos objetivos y caer en las reglas de juego de la burguesía.
Por tanto, hemos de replantearnos quiénes son verdaderamente "los nuestros". Lo son todos los seres humanos, y en especial los más próximos. Ahora bien, los que merecen de manera prioritaria nuestra solidaridad y ayuda mutua, son los hombres y mujeres que trabajan para satisfacer las necesidades del conjunto, y a pesar de ese trabajo son a menudo explotados y excluidos.