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domingo, 20 de julio de 2014

El FUTURO DEL PSOE Y DE IZQUIERDA SOCIALISTA



Esteban Villarejo, doctor en Ciencias Políticas, miembro de Izquierda Socialista - PSOE




PRIMERO, UNA COMPROBACIÓN OPTIMISTA
Las elecciones recientes para la Secretaría General del PSOE parecen haber dejado en muchos miembros de IS un sabor agridulce. Por una parte la Corriente está creciendo mucho, y no sólo en número sino también en vitalidad. Asimismo, los resultados obtenidos parecen obligar a los órganos del Partido a reconocer a la Corriente un peso más grande y más definido que anteriormente.
Además, ese peso probablemente es mayor que el que arrojan los resultados de las elecciones, debido a que las maniobras del “aparato” han influído para que afiliados que por sí mismos no habrían ido a votar, lo hayan hecho finalmente, debido a la insistencia y facilidades de bastantes secretarios de agrupaciones. Los votos conseguidos de esa forma han influído también en reducir la abstención; por tanto, ésta debería ser reconsiderada al alza. En una estimación muy gruesa, la mitad de la afiliación al PSOE, aproximadamente, no parece ir acompañada de una verdadera militancia. Por tanto, una de las carencias importantes de nuestro Partido sería la escasez de militancia; el gran rival del PSOE, el PP, dice tener 900.000 afiliados.

INSUFICIENCIAS Y DUDA
Además de la escasez cuantitativa, sorprende el color ideológico de la afiliación. Es cierto que un cierto número de militantes de izquierdas ha votado a Eduardo Madina porque le han estimado con más posibilidades de vencer al rival que veían más a la derecha. Ahora bien, la mayoría del Partido se ha manifestado como esencialmente centrista.
Otro hecho preocupante es el peso que ha revelado el “aparato”. Lo que hace negativo ese peso es que bastantes de los dirigentes han demostrado no creer en la democracia y no respetar a los militantes. En el PSOE hay muchos que defienden la República, pero ésta no consiste sólo en que el Jefe del Estado pasa a ser elegido por los ciudadanos. El espíritu republicano es algo mucho más profundo, y el “aparato” de nuestro Partido (mejor dicho: bastantes de sus componentes) está muy lejos del mismo. El espíritu republicano se basa en la concepción de que la comunidad política está compuesta por ciudadanos iguales en dignidad y en derechos, y partícipes en las responsabilidades colectivas. Es evidente que gran parte del “aparato” de nuestro Partido no cree seriamente en la democracia, y no respeta suficientemente a los militantes.
Las apreciaciones negativas que se han comentado pueden llevarnos a dudar de si el PSOE es un cauce adecuado para personas que aspiran de manera profunda y decidida por la transformación social. De hecho, algunos de nuestros compañeros en IS se han ido a otras formaciones, o al menos han votado por ellas en las últimas elecciones. ¿Es eso lo más adecuado?

UNA APUESTA VIGOROSA POR IZQUIERDA SOCIALISTA
Cuando surge una duda como la expresada, suele ir acompañada de un cierto vértigo, pues se abren distintas alternativas, y ninguna ofrece una seguridad absoluta. Esa situación es frecuente en la vida humana, porque tanto para conocer como para actuar, necesitamos hacerlo con hipótesis; es decir, con suposiciones que fundamos en razones y contrastamos con sus alternativas. Ahora bien, siempre tienen algo de apuesta.
En el caso que nos ocupa, también sucede así, pero parece haber razones suficientes para apostar por el PSOE, y dentro de él y sobre todo por Izquierda Socialista. Es cierto que el PSOE tiene importantes debilidades, pero algunas encierran oportunidades. Por ejemplo, el Partido parece tener una afiliación escasa, más bien liberal, de una edad media bastante avanzada y escasa en cuadros. Pues bien, eso ofrece la oportunidad de expandir el Partido con cierta facilidad, y abrirlo a personas dispuestas a realizar una verdadera transformación social. Esa labor de fortalecimiento y reorientación conviene realizarla en el PSOE, y no en otros partidos. El PSOE sigue siendo una fuerza muy importante, y con todos sus defectos tiene una organización y unos medios activos. Los partidos de Izquierda alternativos al PSOE también tienen insuficiencias, y a veces decisivas. Por ejemplo, en unos casos integran colectivos y orientaciones aún más diferentes que el PSOE; en otros, mezclan objetivos acertados con otros que son inviables pero se acompañan con una retórica que los hace todavía más imposibles. Ese tipo de infantilismo, como lo calificaba Lenin, puede dividir decisivamente a la Izquierda, y hacer imposible su acceso al poder durante mucho tiempo. La legislación electoral hace muy difícil rehacer la Izquierda desde sus fundamentos, y de tal modo que la apuesta que parece más realista pasa por el PSOE.
Ahora bien, para que el Partido se constituya en una fuerza transformadora, deber dotarse de la capacidad para ello. Por ello y ante todo, ha de ser él mismo transformado. Es necesario reintroducir el Socialismo en el Partido Socialista, y eso ha de proceder de Izquierda Socialista. Como decíamos antes, la afiliación actual es reducida y centrista; por tanto, las posibilidades de añadir voluntades al Socialismo dentro del propio Partido, son limitadas. Por ello resulta necesario expandir el Partido hacia fuera, integrando personas que optan por la solidaridad, en su caso porque sufren ellas mismas la explotación o exclusión que provoca el Capitalismo. Dada la inmensa cantidad que existe de jóvenes excluídos por el Sistema, éstos pueden constituir el contingente principal.
Ahora bien, ¿cómo conseguir esas nuevas incorporaciones, y en una cantidad elevada? La respuesta que probablemente viene primero a la mente, es muy obvia: “Convenciéndoles”. Eso abre un segundo interrogante: ¿cómo es posible convencer a esas personas?
La respuesta ahora sería: mostrándoles una gran alternativa de organización política, y demostrar su superioridad sobre las restantes alternativas. Es decir, se trataría de proponer un ideario fundamental y demostrar las razones que lo sustentan.
Esa gran alternativa debería incluir algún elemento de diagnóstico acerca de la realidad, tal como los criterios que rigen la distribución del producto social. En segundo lugar, y en relación con lo anterior, se incluye alguna opción fundamental, tal como la decisión de organizar la sociedad sobre la solidaridad. En tercer lugar, se incluyen unos primeros desarrollos de esa opción, sobre grandes objetivos y los medios principales para conseguirlos. Esos tres tipos de elementos configuran un todo coherente y apoyado en razones, que debe constituir la identidad del Partido, y al mismo tiempo debe ser una brújula para la conciencia de muchas personas, y una orientación para la acción.
La necesidad de una identidad de ese tipo suele ser percibida en las formaciones de izquierda, pero a menudo de una forma confusa. A veces se habla de una "filosofía", o de un "marco" global de interpretación; otras veces de un gran "proyecto". En este punto es conveniente citar un error frecuente, que es confundir la identidad de un partido con los programas que formula con una u otra ocasión. La Identidad ha de ser la base de los programas, pero éstos son criterios más concretos, y también más relativos, pues han de estar adaptados al entorno territorial y temporal para el cual se formulan. Los programas incluyen desarrollos de los criterios de identidad, pero de manera más amplia y dispersa que la Identidad; por ello suele ser conveniente acompañar esos objetivos de una reflexión estratégica, en orden a concentrarlos y secuenciarlos adecuadamente.
En el caso del PSOE, la identidad se ha ido degradando, y confundiendo con los criterios de programa. Izquierda Socialista ha conservado la preocupación por la Identidad, y ha tratado de reformularla en diversos momentos. Falta únicamente hacer un esfuerzo final de vertebración y argumentación, y distinguir entre lo que son criterios de Identidad y objetivos programáticos.
Con base en todo lo anterior, proponemos una acción dirigida a tres grandes objetivos, que en parte se secuenciarían en etapas, pero en cada una de ellas se integrarían los objetivos restantes:
  • En la primera etapa, la prioridad principal sería conseguir esa consolidación de la Identidad que se acaba de proponer.
  • Conseguido lo anterior, parece conveniente hacer un plan de difusión de la Corriente y del Partido. Incluiría proselitismo, pero en su versión más noble; es decir, priorizando el respeto y consideración hacia el interlocutor, y la escucha hacia el mismo, lo cual exige una actitud autocrítica. Proponemos algo que nos parece justificado y valioso, pero escuchamos al interlocutor y tratamos de descubrir el valor de sus razones.
La difusión citada podría incluir la presentación de IS y el PSOE en centros universitarios y de enseñanzas medias, y en otras instituciones y colectivos. También se trataría de establecer contacto con personas que tengan un comportamiento social y personal positivo. Y con líderes y personas dotadas de cualificaciones valiosas para la colectividad en materia política, económica o social.
  • La tercera etapa, que debe iniciarse desde que se integren nuevos militantes, sería dar acogida y formación a las personas que se vayan incorporando a la Corriente y al Partido. La mera militancia ya requiere una formación elevada, pero además ésta es necesaria para hacer una labor de transformación social directa, y también para aportar cuadros preparados al Partido, pues en estos momentos existen grandes carencias al respecto.