Páginas

miércoles, 23 de enero de 2013

Intervención de Tomás Gómez en el Comité Regional 20-01-2013


Compañeros y compañeras,
La mayoría de los españoles del 2013 hemos vivido la mayor parte de nuestra vida adulta en democracia.
La mayoría no tuvimos que luchar porque hubiera elecciones libres, porque cuando tuvimos edad de votar, ya las había.
La mayoría no tuvimos que luchar por la libertad de prensa, porque cuando tuvimos edad  para interesarnos por los asuntos públicos, pudimos comprar periódicos en los que se denunciaban los errores de los gobernantes, periódicos capaces de hacer caer gobiernos.
No tuvimos que luchar por el derecho de reunión y de manifestación, porque cuando tuvimos edad para salir a la calle a protestar contra leyes educativas o leyes laborales, lo pudimos hacer sin mayores dificultades.
Nos pudimos reunir, nos pudimos asociar y nos pudimos afiliar a partidos y sindicatos.
A la mayoría de los españoles todos esos derechos nos resultan tan normales como la electricidad o el agua corriente en nuestras casas.
Nosotros, los socialistas, sabemos bien que todos esos derechos costaron vidas, cárceles, sacrificios; sin embargo ahora, hasta nosotros, tan conscientes de lo difícil que fue conquistarla, damos por supuesto que la democracia y la política están a salvo para siempre en nuestras sociedades. Yo también así lo creo, y sin embargo no dejo de estar preocupado, como lo estáis muchos de vosotros.
La democracia sigue teniendo enemigos. El poder del pueblo sigue siendo contestado por otros poderes también presentes en el terreno de juego de las llamadas democracias avanzadas.
Esos enemigos de la democracia no han dejado de existir nunca, no han dejado de cultivar sus ideas, de hacerlas más sutiles, más eficaces, más fuertes. Incluso en los años de  prosperidad, de conquistas sociales y económicas, de extensión de la protección social y de las libertades individuales, los poderes que compiten con el poder del pueblo no dejaron de fortalecerse en su organización y en su ideología.
El poder del dinero extendió la ideología del mercado, y con la ideología del mercado los ricos legitimaron su riqueza y su influencia social.
También la tecnocracia se hizo más poderosa, y los expertos fueron ocupando parcelas de poder, por ejemplo en el mundo de la economía, hasta llegar a tener un poder mucho más grande que su supuesto conocimiento.
La jerarquía eclesiástica también se benefició de la prosperidad, pero no dejó de combatir el derecho de los poderes democráticos a establecer un Estado laico y una educación laica.
Incluso las élites propietarias y dirigentes de ciertos medios de comunicación se sintieron legitimadas para poner o quitar líderes democráticos a su interés o a su gusto, o para determinar la agenda de los gobiernos democráticos.
Ahora, cuando la crisis económica debilita las defensas de la democracia, todos esos poderes la combaten con más fuerza que nunca, y también con más eficacia que nunca. Si alguien imaginaba que serían los tanques o los fusiles los que cerrarían los parlamentos, se equivocaba. Hoy mayorías absolutas salidas de las urnas, debilitan y anulan la representación parlamentaria, y lo hacen con el aplauso de mucha gente. Eso es lo que ha hecho Cospedal. Y eso es lo que el PP quiere hacer con los concejales de toda España.
Toda la izquierda se escandaliza de que los enemigos del Estado del Bienestar quieran aprovechar la crisis para desmantelarlo y venderlo.
Toda la izquierda ve con claridad que detrás de denuncias sobre el gasto sanitario se esconde la voluntad de convertir la sanidad en un negocio y la salud de las personas en una mercancía.
Toda la izquierda ve con claridad que detrás de las críticas a la ineficiencia del sistema educativo, se esconde la voluntad de privatizar el conocimiento, la voluntad de extender determinados valores contrarios a la libertad de las conciencias, a la dignidad del diferente, a la riqueza y la pluralidad de la vida.
Toda la izquierda ve con claridad que detrás de las denuncias de la insostenibilidad del sistema de pensiones, está el interés particular de los seguros privados y de los grandes capitales financieros que vuelan por el ciberespacio y que, como plagas de langostas, se posan sobre la riqueza acumulada por generaciones de ciudadanos a lo largo de sus vidas.
Toda la izquierda sabe todo esto, y toda la izquierda distingue entre acabar con el abuso de una persona que cobra una pensión indebidamente y acabar con el sistema de pensiones.
Toda la izquierda distingue entre acabar con el abuso de una persona que falsea su declaración de la renta para obtener una beca de estudios, y una política destinada a acabar con las becas.
Toda la izquierda distingue perfectamente entre mejorar la eficiencia del sistema sanitario y privatizarlo. Es más, toda la izquierda ya sabe contestar que el sistema sanitario norteamericano es más caro y menos eficiente que el nuestro. Que cuando se tiene un sistema sanitario como el español, es mejor tratarlo con vitaminas que con bisturí.
Todavía hay quien piensa que la derecha está desnortada y que va improvisando sobre la marcha; otros, por el contrario, que la derecha hace lo que puede, que hace lo que tendría que hacer cualquiera, que no hay margen.
Esa es una de las grandes mentiras que hay que desmontar y que tenemos la obligación de desmontar: La derecha no hace lo que puede, hace lo que siempre quiso hacer.
Si desmantelan el sistema de sanidad pública, no lo hacen por la crisis, sino porque nunca les gustó, porque desde el mismo día en que fue presentado por nuestro compañero Ernest Lluch en el Parlamento, ellos ya votaron en contra.
El ataque a la educación pública que hoy llevan a cabo, nada tiene que ver con la crisis. La reforma educativa que han aprobado es la misma que intentaron aprobar hace años con Aznar en el Gobierno cuando no había crisis.
La ley de la dependencia que han derogado de manera encubierta, es la misma que boicotearon las comunidades gobernadas por el PP, como Madrid, desde el mismo momento de su aprobación.
A diferencia de lo que ocurría hace algo más de un año; hoy, buena parte de los sufrimientos de los españoles no tienen su origen en la crisis, sino en las mayorías absolutas del PP, en la concentración del poder económico y el poder político en manos de la derecha.
La Contrarreforma Laboral se ha hecho recogiendo las peticiones que desde la gran patronal se llevan haciendo desde hace décadas, el retroceso en los derechos de las mujeres, la reforma de la Justicia, el refuerzo de la religión en los colegios,… no son políticas contra la crisis o consecuencia de la crisis, son consecuencia de la voluntad política de la derecha, una voluntad que es coherente con su ideología y sus intereses.
La estrategia de la derecha de usar la coartada de la crisis para desmantelar y vender, es decir, venderse a sí misma, el Estado del Bienestar, es la misma  estrategia que están usando para desmantelar la democracia, para privatizar el poder político.
Y de igual modo que toda la izquierda ya tiene claro que detrás de la denuncia de las ineficiencias del Estado del Bienestar no hay siempre una voluntad de mejorar la sanidad o la educación. Toda la izquierda, y todos los demócratas, deben tener exactamente igual de claro que detrás de la denuncia de los fallos de la democracia no anida siempre un deseo de mejorar la democracia.
La crisis no puede utilizarse como coartada para acabar con miles de concejales que sirven a sus comunidades locales sin más compensación que el orgullo de servirlas.
Los que han visto en la crisis una oportunidad de debilitar la representación popular son todavía peores que los que han visto la oportunidad de acabar con el Estado del Bienestar. Porque sin democracia no hay Estado del Bienestar.
Sin democracia no hay sanidad pública de calidad, ni educación de calidad, ni pensiones dignas; sin democracia no hay dignidad; pero además, sin democracia, no hay fiscalía anticorrupción, capaz de denunciar a los miembros del partido que está en el gobierno, ni medios de comunicación capaces de hacerse eco de esa denuncia, ni parlamentos capaces de controlar al poder democrático.
La acusación genérica de corrupción a todos los representantes democráticos sin distinción es, en sí misma, una acusación corrupta; es un acto de corrupción, un acto de complicidad con la peor corrupción de todas. Confundir a Bárcenas con el último concejal del último pueblo de nuestro país, es otra forma de corrupción. Y esto es bueno que lo sepa toda la izquierda, es bueno que lo sepan todos los demócratas.
Cuando se cuestiona la honestidad y la competencia de todos los representantes municipales, de todos sin distinción, y se propone sustituir el poder democrático de ciudadanos que representan democráticamente a otros ciudadanos por el poder tecnocrático de un experto, de un funcionario, se está debilitando el poder de los ciudadanos, el poder de la democracia. Se hace en nombre de la ética, de la razón, del interés general, siempre ha sido así, siempre es así, y siempre significa lo mismo, significa la instauración de un sistema más corrupto, más ineficiente, más injusto.
Puede ser que la democracia tenga mala salud, pero es mejor tener mala salud que no tener ninguna. La democracia no se mejora debilitando los parlamentos mediante la instauración de representantes a tiempo parcial como ha hecho Cospedal en Castilla la Mancha; la democracia no se fortalece sustituyendo a los representantes por asesores del ejecutivo como quiere hacer el PP de Madrid.
Durante mucho tiempo, si uno se oponía al discurso de la ineficiencia del sistema sanitario era acusado de inmovilista. Hoy somos muchos los que no nos dejamos engañar, sabemos que detrás de la denuncia de los defectos del sistema sanitario público no está la voluntad de mejorarlo, sino de quedárselo, incluso con más defectos, en manos privadas. Pues bien, debemos empezar a darnos cuenta que detrás del discurso de los defectos de la democracia, está la voluntad de privatizar el poder social. Todo el poder social.
Sé que es más fácil ser demócrata cuando la economía crece y el empleo es abundante, pero si alguien soñó encontrar una oportunidad de defender heroicamente la democracia no la va a encontrar mejor que ahora; es ahora, con la economía en recesión, con seis millones de parados, cuando uno tiene que demostrar si cree en la democracia, si cree en los procedimientos, si cree en la representación. Los socialistas siempre hemos presumido de nuestra identidad democrática, es hora de demostrar que nosotros aprendimos bien la lección de los años treinta del siglo pasado.
En aquellos años, también años de una crisis pavorosa, hubo quienes, en la izquierda y en la derecha, desistieron de la democracia. Entonces también hubo quien pensó que el camino del parlamento es un camino demasiado lento cuando hay personas que sufren, que no tienen trabajo, que no tienen vivienda, que no tienen futuro. Entonces hubo quien pensó que la política se hace con discursos y con palabras, y que las palabras son un material demasiado endeble para cambiar el mundo. Gente que pensó que la política es ineficiente, demasiado cara, que es corrupta, y que había que intentar otros caminos.
Nosotros, los socialistas defendemos la democracia representativa, deliberativa y participativa, también ahora, en estos días fríos y sucios, en los que conocemos que quienes propugnan las malas políticas hacen también política mala. Hoy sabemos que los que usan la corrupción contra la democracia, son doblemente corruptos. Ahora es el momento de defender la democracia, los parlamentos, los ayuntamientos. Por cada Bárcenas hay mil concejales honrados en España. Esa es la verdad. Y si esa es la verdad, entonces son los miles de representantes honrados los que definen el listón ético de nuestra democracia, y no Bárcenas.
Ya está bien. Si Bárcenas ha acumulado tanto dinero, alguien se lo habrá dado; si Bárcenas se ha corrompido, alguien lo habrá corrompido. ¿No es hora de exigir transparencia al poder del dinero?. Si el poder que emana del pueblo tiene el deber de ser transparente, si debemos vigilarlo y controlarlo, ¿no deben ser más transparentes aún los poderes no democráticos? . Si los que representan al pueblo deben ser vigilados ¿quién vigila a los que representan al dinero? ¿No sería esa una forma de mejorar la calidad de la democracia?
Hay demasiado terreno por el que avanzar para que nosotros, los socialistas, retrocedamos un milímetro en la defensa del sistema democrático.
Cuando nos dicen que si debemos hacer un discurso más a la izquierda o más al centro, yo pienso que tenemos que hacer un discurso que se parezca a nosotros mismos, porque si no lo hacemos así nadie nos creerá, hagamos el discurso que hagamos. Y si nosotros somos el partido de la democracia de 1978, de la democracia que más libertad y prosperidad ha traído a España en toda su historia, no vamos a dejar que desmantelen la democracia como no vamos a dejar que desmantelen el Estado del Bienestar. Así que haremos un discurso en defensa de la democracia, de la única democracia real que ha tenido España en toda su historia.
Sé que hay compañeros que piensan que tenemos que hacer un discurso más suave y más amable, yo estoy de acuerdo: creo que en una realidad que cada día es más áspera y más cruel con muchas personas nosotros tenemos la obligación de alimentar su ánimo, de sostenerlos con los recursos que tengamos a nuestro alcance, y si no tenemos otra cosa, al menos sostenerlos con palabras amables. Sin embargo, también pienso que hay que hablar claro, con respeto, pero claro.
Y con respeto decirle claramente a quienes han pensado hacer su negocio con el sistema sanitario de la comunidad de Madrid, que la sociedad madrileña no quiere que lo hagan, y que si aún así persisten, también nosotros persistiremos, y que no pararemos hasta revertir la privatización de lo que es de todos, eso sí, con mucho respeto, y claro.
Tenemos que decir, con mucho respeto, que hay una desproporción brutalmente injusta entre la condena a dos años de prisión a una mujer por usar indebidamente una tarjeta de crédito para comprar comida para su familia, y la impunidad con la que se pasean los defraudadores fiscales, legalizados y blanqueados por el gobierno del PP.
Y claramente, y con mucho respeto, quiero decir aquí que no se acaba con la corrupción pactando con los corruptos.
Así somos nosotros y así debe ser nuestro discurso, un discurso respetuoso, pero claro.
Hoy muchas personas que pusieron su esperanza en el PP se muestran decepcionadas, no solo con el PP. Sé que hay quien no quiere verlo, pero lo cierto es que hoy los mismos ciudadanos que nos sacaron de las instituciones por nuestros errores, están cada día en la calle defendiendo nuestros aciertos y nuestros logros. Los mismos que nos dieron la espalda en los últimos procesos electorales, están luchando por salvar la sanidad pública, los servicios sociales o la educación que nosotros desarrollamos.
Los defienden como suyos, porque suyos son. Esa es sin duda una de las mayores muestras de generosidad de este partido con España.
 Durante años los éxitos de los socialistas han sido los éxitos de todos los españoles, y los errores de los socialistas han sido…Los errores de los socialistas.
 Por eso ahora, cuando toca estar en la calle defendiendo lo conseguido, debemos hacerlo con la cabeza bien alta porque defendemos lo que como socialistas diseñamos y como españoles conseguimos.
La derecha convirtió a Madrid hace años en su gran laboratorio de experimentos, pero es en los últimos meses cuando han cruzado todos los límites y han hecho del gobierno de la Comunidad de Madrid el ariete con el que demoler todo el estado del bienestar en España. Por eso hoy todos los españoles tienen la mirada puesta en lo que aquí pasa, por eso hoy los españoles, más que nunca, están atentos a lo que aquí hacemos los socialistas madrileños.
La voracidad de la derecha en Madrid, los ataques a la educación, la marea blanca, el desmantelamiento de Telemadrid, El Madrid Arena, el desgobierno en el Ayuntamiento de la capital, los escándalos de corrupción, lo áticos,… todo eso ha colocado el foco de atención mediática nacional en nuestra región y en buena medida también en nosotros. De ahí la obligación que todos tenemos de estar a la altura de las circunstancias.
Si el PP madrileño es el ariete de la derecha contra todos los españoles, los socialistas madrileños seremos el muro de contención que intente proteger a todos los españoles. No hemos elegido este papel, pero es nuestra obligación asumirlo y sabemos que contamos para ello con todo los socialistas de España, que se han sumado a la iniciativa de los socialistas madrileños de llevar ante el Constitucional el euro por receta y que han expresado su apoyo a los trabajadores de Telemadrid y a los profesionales de la Marea Blanca.
Era importante, igual que lo es hoy que toda esa inmensa Marea Blanca sintiera el cariño, el apoyo y el reconocimiento de todos los socialistas.
He comenzado mi intervención recordando que son tiempos difíciles, pero desde aquí quiero invitaros a que entre todos, poco a poco, seamos capaces de convertirlos en tiempos de esperanza. No es fácil, lo sé, pero es necesario.
Hay que dar la batalla en la calle y en las instituciones frente a unas políticas injustas, pero también hay que dar esperanzas, hay que explicarle a la gente todo lo que con su apoyo queremos hacer. Tras casi 20 años de gobiernos de derechas en Madrid, los ciudadanos están dispuestos a dar una oportunidad a quienes se la merezcan, y nosotros tenemos la obligación de aprovecharla y no solo porque sea bueno para los socialistas, sino porque es bueno para los madrileños y para los españoles.
Hace apenas unos meses, en el último Comité Regional, ninguno podíamos imaginar que hoy celebraríamos éste con Ignacio González como presidente y sin embargo así ha sido. La crisis está acelerando los tiempos en política y los acontecimientos se suceden a toda velocidad, por eso todos nuestros esfuerzos han de centrarse en estar preparados para afrontar cualquier circunstancia, cualquiera, incluida una convocatoria de elecciones anticipadas.
La deriva que están cogiendo los acontecimientos en Madrid, debe hacernos no descartar que el PP en Madrid acabe sumido en tal crisis institucional que la única salida posible sea precisamente la convocatoria de unas elecciones anticipadas.
El PP es consciente de que se encuentra en la recta final de sus mayorías absolutas en Madrid y por eso ha decidido pisar el acelerador de las privatizaciones. Los últimos presupuestos que han aprobado han supuesto colocar un enorme cartel de “Se vende” sobre toda la Comunidad. Hospitales, centros de salud, Telemadrid, Metro, Canal de Isabel II, todo el patrimonio de los madrileños está hoy en venta preparado para ser vendido al mejor postor, cuando no al mejor amigo del alma. Saben que el tiempo se les acaba y están dispuestos a arrasar con todo en el poco tiempo que les queda.
Hay quien está escandalizado por los cien primeros días de gobierno del heredero de la Sra. Aguirre, pero cada vez son más los que se dan cuenta que las políticas que se han llevado a cabo en estos últimos cien días no son más que las mismas políticas que llevan poniendo en marcha en los últimos 20 años, sólo que llevadas a la enésima potencia por las prisas.
Frente a esta política de tierra quemada que el PP está llevando a cabo en Madrid, nosotros tenemos que explicar nuestro plan de reforestación. Frente a la destrucción de todo lo público, un plan de reconstrucción. No será fácil, lo sabemos y los madrileños también lo saben, pero nosotros sabemos que es posible y debemos hacer que la gente también lo sepa.
Compañeras y compañeros,
Todos sabemos muy bien que el crédito se gana con dificultad y se pierde con facilidad. La derecha, que prometió devolver el crédito a nuestro país, no sólo no lo ha devuelto sino que ha perdido el suyo, el que le dieron de manera generosa los ciudadanos en 2011. Y con su descrédito han echado a perder en el corazón de mucha gente el crédito de la política, del sistema representativo, de la democracia realmente existente, de la democracia que ha dado tres largas décadas de prosperidad y libertad a la sociedad española.
Nadie dijo nunca que esto fuera a ser fácil, pero es posible, y si es posible entonces estamos obligados. La sociedad ha reaccionado de manera vigorosa en defensa del Estado del Bienestar, en defensa de la sanidad y de la educación públicas. Y tengo que decir que cuando la sociedad reaccionó, nosotros, los socialistas madrileños, ya estábamos allí. Estoy convencido de que si nosotros también estamos donde debemos estar en la defensa de la democracia, ahora, en este tiempo difícil, la sociedad sabrá reconocernos y devolvernos su confianza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario