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jueves, 31 de diciembre de 2015

NI GOBERNABILIDAD NI SOLUCIONES


NI GOBERNABILIDAD NI SOLUCIONES

Juan Antonio Barrio


El escenario después de las Generales del 20-D augura un futuro muy complicado, e incluso la posible repetición de elecciones para la primavera próxima. Más allá de la -bastante artificial- división viejo/nuevo, si vamos a la tradicional derecha/izquierda se podría hablar de un reparto PP+Ciudadanos=163 escaños, frente a 161 de PSOE (90)+Podemos y sus distintas coaliciones (69)+IU Unidad Popular (2). Ciertamente, un acuerdo con PNV (6) daría más posibilidades a cualquiera de los dos bloques, aún contando con la abstención de las dos fuerzas independentistas catalanas (ERC-9 y Democracia y Libertad- sucesora de Convergencia-8). 

Analicemos, parafraseando a Simeone, partido a partido:

1. El PP. Es primera fuerza, y obviamente, quien intentará formar gobierno en primer lugar. Pierde 63 escaños, pero si consideramos su implicación en temas de corrupción, los recortes (Sanidad, Educación, Ley de Dependencia…), la Reforma Laboral (auténtico atentado contra la negociación colectiva y los derechos de los trabajadores) muestra un suelo importante. Es difícil que logre más votos a favor que en contra en el Congreso. En el Senado sin embargo cuenta con mayoría absoluta.

2. El PSOE. También tiene muy difícil encabezar una coalición. A las diferencias con Podemos en tema territorial hay que sumar la pretensión de constituir grupo propio de las coaliciones en las que Podemos participa en Galicia, Valencia y Cataluña. Tendría además que sumar, por lo menos, a IU y al PNV. Aunque sé que es un esfuerzo que puede conducir a la melancolía, lo razonable es que este resultado (90 escaños, 20 menos que en 2011) llevara a una amplia revisión de programa, una autocrítica sobre la falta de credibilidad, política de alianzas (las mayorías absolutas ni están ni se las espera) y, último pero no menos importante, una recomposición que incluya un nuevo liderazgo, sin mesianismos ni sectarismos. Las explicaciones (“nuevos partidos emergentes”, “hemos ganado a las encuestas”, “puede haber otras elecciones enseguida, hay que aplazar el debate”…) son absolutamente insuficientes. El resultado en Madrid, y en general en las capitales de provincia con pocas excepciones, ha sido desastroso. Pero con todo, lo más preocupante es la suficiencia con la que se afirma “hemos mantenido la hegemonía de la izquierda”. Supongamos que hubiera, nada improbable, nuevas elecciones en primavera, ¿es posible pensar, que esta vez sí vaya IU en coalición con Podemos? ¿A quién apoyó Alberto Garzón en primarias de Izquierda Unida en Madrid? A Tania Sánchez. ¿Dónde está ahora Tania Sánchez? Elegida diputada con Podemos. Pues bien, ya sabemos que en política no siempre dos más dos son cuatro, pero la suma de votos obtenida por IU+Podemos es 24,43%, frente a 22,02% del PSOE. Así que el sorpasso también en escaños sería bastante probable.

3. Podemos. El éxito ha sido indudable. Primera fuerza en escaños y votos en Cataluña, y primera en votos en Euskadi. Hay varias almas en Podemos, y eso hoy por hoy es más una fortaleza que una debilidad. Muchos temas quedan pendientes (la ya citada relación con IU, por ejemplo), el denominado, medio en broma medio en serio “leninismo cibernético”, y muchos otros… Pero hay un liderazgo consolidado, una fuerza en ascenso entre los más jóvenes, y una clara posibilidad de que siga siendo así, aunque la “remontada total” no se haya logrado.

4. Ciudadanos. Frente a las expectativas creadas hasta la campaña electoral puede considerarse un fracaso. 40 escaños antes de las catalanas hubiera parecido un éxito. La medida de la relatividad – y volatilidad- de la nueva situación la ejemplifica el resultado de Ciudadanos en Cataluña. De segunda fuerza y primer partido de la oposición en el 27-S, pasa a quinta fuerza el 20-D. Por otra parte la declaración (un poco a la desesperada, visto el resultado) de Albert Rivera de que se abstendría para facilitar un gobierno del PP resultó claramente contraproducente y más bien confirmó que Ciudadanos será nuevo, pero es básicamente una formación de derechas, como ya se había manifestado en otros planteamientos (contrato único, fiscalidad, etc..).

5. Izquierda Unida-Unidad Popular. La aspiración de constituir grupo parlamentario no ha sido coronada por el éxito. Sólo dos diputados, ambos por Madrid y algún otro en Galicia y Cataluña. El hecho de que ambos hayan sido en coalición con Podemos marca una posible línea para el futuro. Mucha gente en España lo va a demandar, por ejemplo el alcalde de Zaragoza con su asistencia tanto al mitín de Alberto Garzón como al de Pablo Iglesias, o la dirigente de IU en Galicia, Yolanda Díaz, elegida diputada.

6. ERC y Democracia y Libertad. El batacazo de Convergencia, ya sin Unió (que se queda sin representación) es considerable (de 16 a 8 escaños con su nueva marca Democracia y Libertad). ERC, sin embargo, triplica su representación de 3 a 9. Pero para empezar a analizar su posible comportamiento en el Parlamento Español, es imprescindible saber en qué situación se llega el 10 de enero, fecha límite para elegir President en Catauña sin que haya nuevas elecciones.

7. PNV. Aunque sigue siendo la fuerza con más escaños (6, uno más que en 2011) en Euskadi Podemos le sobrepasa por algo más de un punto. El éxito relativo del PNV se apoya en un cierto desplome de Bildu, que a la espera de la salida en libertad de su líder Otegui cae de 5 a 2 diputados. El PNV puede tener un protagonismo importante en las negociaciones para la formación de gobierno. Incluso decisivo. 

Reflexión final: ¿Podría haber posibilidades para un gobierno del PSOE apoyado o permitido por Podemos, IU y el PNV?¿O al menos un acuerdo de mínimos? Ese acuerdo contaría con 167 diputados y quizás una actitud más favorable (o menos contraria) del resto de la Cámara que el posible acuerdo PP- Ciudadanos con 163 escaños. Teóricamente la respuesta sería afirmativa, pero en la práctica es muy difícil. Sin contar con las presiones del “establishment” a favor de una gran coalición PP-PSOE “por responsabilidad”. El PP, claro, gran beneficiario, ya está convencido. ¿Y el PSOE? Eso sería entregar a Podemos la hegemonía de la izquierda sin la menor duda. Ahora que se propone retrasar el Congreso Federal esperemos que, al menos eso sí, lo tenga claro Pedro Sánchez.

lunes, 16 de noviembre de 2015

¿Frenaremos la codicia desaforada?

Mario Salvatierra Saru, miembro de Izquierda Socialista de Madrid.

En el mismo día, en distintos periódicos, aparecieron las siguientes noticias: "Los bajos tipos en depósitos y bonos llevan a máximos la inversión en sicav. El dinero en estas sociedades sube un 42% desde 2011 hasta los 34.000 millones de euros", "Las empresas del Ibex ganan casi 30.000 millones hasta septiembre", "Los salarios caen más que la inflación desde 2012", "La esperanza de vida en el barrio de Salamanca es dos años mayor que en Villa de Vallecas" y "752 familias de Majadahonda llevan cuatro años esperando una vivienda del Ivima". Estos son los titulares y si vamos al detalle, el contraste es aún más desgarrador.

Así, por ejemplo, las estadísticas dicen que el total de accionistas de las sicav es de 487.190 para un volumen de 34 mil millones de euros, es decir, que la inversión media de cada uno de los accionistas es de 71.100 euros, pero sabemos que la realidad es otra: hay miles de accionistas de paja y, a su vez, las mayores sicav por patrimonio se concentran en muy pocos apellidos ilustres: familia March, Koplowitz, Ortega Mera (hija del fundador de Inditex), Gallardo (Almiral), Del Pino (Ferrovial), Botín, etc. También sabemos que los beneficios de estas "sociedades de inversión de capital variable" (sicav) tributan sólo al 1% y únicamente cuando el accionista retira el dinero paga los impuestos correspondientes por IRPF o sociedades, en función de si es una persona física o una empresa. En relación al Ibex 35, nos informan que estas empresas obtuvieron entre enero y septiembre de este año un beneficio neto de 30.000 millones de euros, un 17% más que el año anterior. En el año 2010, en plena crisis, lograron 38.000 millones entre enero y septiembre y en el 2008 cerca de 42.000 millones de euros, en el mismo período.

Mientras, según los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE) del ejercicio de 2014, los salarios caen por debajo del IPC. Todos los trabajadores con salarios inferiores a los 1.220 euros mensuales (el 40% de los trabajadores) han perdido poder de compra desde el año 2012. El salario de los trabajadores más pobres (el 10%), que ganan menos de 655 euros al mes generalmente con contratos a tiempo parcial, ha sufrido una pérdida de poder adquisitivo del 3,4%, y del 0,5% para aquellos que ganan entre 972 y1.220 euros al mes. Pero esa caída de la inflación, además, esconde una subida del precio de los alimentos y de los productos de primera necesidad. Según el INE, respecto al año pasado, el precio del aceite subió un 25%, las patatas un 11%, las verduras y legumbres un 8%, el pescado un 3% y la fruta un 2,8%. Todos estos productos son los que tienen mayor peso en la cesta de la compra y es por esta razón que, si a los salarios de pobreza le sumamos las personas desempleadas y las que no tienen ningún ingreso, el 46% de las familias españolas tiene verdaderos problemas para llegar a fin de mes.

A los bajos salarios y al empobrecimiento de las condiciones vitales hemos de añadirle la principal conclusión del Estudio de salud ciudad de Madrid, elaborado por el organismo municipal Madrid Salud: los distritos con menor esperanza de vida son Usera, Centro y Villa de Vallecas mientras que tienen mejores expectativas las circunscripciones de Retiro y Salamanca. La diferencia máxima entre esperanza de vida entre estos distritos es de 2,34 años. Y ello se debe no al sistema sanitario, que es el mismo para todos, sino a las condiciones sociales, laborales y culturales. Las zonas pobres, además de padecer la inclemencia de la desigualdad, tienen menor tasa de vida que las ricas. Otro tanto sucede con la vivienda: cientos de familias sin viviendas al tiempo que desde el gobierno de la Comunidad de Madrid se vende a fondos buitres (Azora Cibeles, Goldman Sachs, Bussola 99 y Encasa Madrid) más de 3.000 viviendas del Ivima. Este saqueo de un bien común ilustra a la perfección el significado de lo que se ha venido a llamar "capitalismo de amiguetes". En efecto, el gestor político de este pillaje fue el exconsejero de Transporte y Vivienda, Pablo Cavero, cuyas relaciones económicas con Goldman Sachs fueron más que evidentes y que, según ha declarado, acumula acciones y participaciones en fondos y en una sicav por valor de seis millones de euros.

Como señalé, todas estas informaciones aparecieron el mismo día. ¿Cómo procesarlas?, ¿cómo digerirlas sin bicarbonato? La desigualdad crece; los ricos no se cortan, desean más ganancias y aumentar sus privilegios, esto es, la desbordante acumulación de riqueza les parece poca, además de justa. Y la distancia que hay entre el poder político y el poder económico-financiero aumenta cada día. El economista Thomas Piketty nos revela que el 95% del aumento del PIB de EE.UU. ha ido a parar al 1% de los norteamericanos más ricos. El capitalismo por sí mismo no pondrá solución a esta escandalosa injusticia. Es necesario invertir el sistema de normas que ha impuesto el neoliberalismo: la competitividad generalizada, la mercantilización de todas las esferas de la vida, la apropiación privada de lo común, la privatización de lo que hasta ahora era de dominio público, la retracción de la política hasta el extremo de presentarla como una patología ideológica, la sacralización de individualismo, etc.

Pues bien, el Estado, sea liberal, conservador o socialdemócrata, no es ya capaz de poner restricciones al actual desarrollo de la globalización financiera. Las pautas que sirvieron para embridar los desmanes del capitalismo en el siglo xx han quedado completamente obsoletas ante la vertiginosa evolución del capitalismo del siglo xxi: la mundialización de la economía es imparable y la globalización financiera está por encima del capitalismo industrial. Esto es, los marcos nacionales y los mecanismos estatales son insuficientes e inadecuados para enfrentarse a las regresiones sociales y a los riesgos medioambientales. Esta ausencia de límites al capitalismo financiero pone en evidencia la crisis profunda de la socialdemocracia y su debilidad frente a poderes económicos que, aunque le pese reconocerlo, ella misma ha estimulado. Ahora la función del Estado ya no es la de administrar una mejora del bienestar a la población; antes bien, su función es la de imponerle a la sociedad la dura ley de la globalización: disciplinarla en las estrecheces que impone la política de austeridad dictada por el poder financiero. En definitiva, el Estado-nación ha dejado de ser el recurso que tenía la sociedad contra los efectos desastrosos del capitalismo.

¿Por dónde avanzar entonces? La política aborrece el vacío y la fatalidad. A mi juicio, hemos de ir hacia lo que autores como Christian Laval y Pierre Dardot, en su obra Común, denominan "la recuperación de los comunes", esto es, luchar contra la mercantilización y privatización de los comunes (sanidad, educación, cultura, agua, etc.), bienes abiertos a todos e inapropiables. Lo contrario de lo común no es lo privado sino lo propio, pues algo puede ser privado pero su uso colectivo-común, como ocurría en Inglaterra con la tierra y los bosques antes de los "cercamientos" producidos en el siglo xvi. En la actualidad un sistema-programa de explotación como GNU/Linux es un sistema copyleft (contrario al copyright) que protege la comunidad de uso y delimita un régimen jurídico de la propiedad intelectual común. Así pues, el copyleft utiliza la lógica del copyright pero dándole la vuelta con el objetivo de que sirva a una finalidad opuesta a éste: dejar "libre" el programa para beneficio de toda la comunidad. De manera que la oposición radical no se situaría únicamente entre mercado y Estado sino fundamentalmente entre lo común y lo privativo o propiedad de uso exclusivo y rival. Un bien es "exclusivo" cuando el que lo posee o lo produce puede, ejerciendo el derecho absoluto de propiedad de ese bien, impedir su acceso a toda persona que se niegue a comprarlo por el precio por él exigido. Y un bien es "rival" cuando su compra o uso por parte de alguien disminuye la cantidad del bien disponible para el consumo de otra personas. En cambio, un bien "público puro" es un bien no exclusivo y no rival. Por ejemplo, el alumbrado de las calles, el aire, el conocimiento, etc. Junto a los bienes puramente privados (exclusivos y rivales) y los bienes puramente públicos (no exclusivos y no rivales), hay bienes "híbridos o mixtos" que son de dos tipos: los "bienes club", los cuales son al mismo tiempo exclusivos y no rivales, como los puentes y las autopistas, en los que se pueden establecer peajes pero cuyo consumo no disminuyen el de otros usuarios y los "bienes comunes" que son al mismo tiempo no exclusivos y rivales, como las zonas de pesca, los pastos abiertos, es decir, bienes cuyo acceso difícilmente se pueden prohibir o restringir, salvo que se establezcan reglas de uso, y cuyo consumo afecta al de otros usuarios.

¿Qué es lo que pretende el neoliberalismo? Convertir los distintos tipos de bienes en bienes exclusivos y rivales, esto es, en puramente privados, de tal modo que el único derecho absoluto sería el de propiedad privada y los demás se derivarían de él: libertad, igualdad, seguridad, etc. Frente a ello, la nueva política ha de fundarse en un poder instituyente de lo común: si lo común debe ser instituido, sólo podrá serlo como inapropiable, en ningún caso como objeto de un derecho de propiedad. Y esto vale no para el ámbito nacional o local, pues lo común no afecta a muchos o pocos sino a todos y no llega a una zona u otra sino que abarca todo lugar, es decir, lo común es universal o, si se quiere, global. Según Laval y Dardot, se trataría de instaurar el principio de lo común en el plano del derecho, del poder, de la economía, de la cultura, de la educación o de la protección social. Entiéndase que la política de lo común tiene como característica histórica que combate tanto el capitalismo como el comunismo de Estado (que en realidad significó "la captura burocrática de lo común").


 En definitiva, necesitamos una política que haga de lo común el principio de transformación social (crear instituciones de autogobierno "en todas partes": en lo local, lo nacional, lo mundial, y en todos los ámbitos: en el barrio, en el trabajo, en el sindicato, en el partido, en el parlamento, etc.) y hacer que lo común sea lo que prevalezca en la esfera de la economía, esto es, refundar la democracia económica y establecer la subordinación del derecho de propiedad al derecho de uso. Y como desde lo nacional no podemos corregir los daños y perjuicios que la globalización económica ocasiona, es imprescindible instituir comunes mundiales (bienes patrimonios de la humanidad, derechos humanos universales) e inventar la federación de los comunes: un federalismo a escala internacional o, dicho de otro modo, fundar un federalismo intraestatal e interestatal. En mi opinión, una iniciativa de este calado nos proporciona un rumbo político que nos permitirá salir del encallamiento en el que estamos. 

lunes, 23 de marzo de 2015

El PP Y EL PRINCIPIO DE MATEO

El PP y el principio de Mateo
Mario Salvatierra Saru
20 de marzo de 2015

En la Comunidad de Madrid, al igual que en España, la desigualdad se ha disparado desde que se desató la crisis económica. Cuando hablamos de exclusión, marginación, pobreza, desempleo, precariedad laboral, fracaso escolar, etc. estamos refiriéndonos a la desigualdad social.

Ello no quiere decir que antes del año 2010 no hubiera desigualdad social sino que no se notaba como ahora porque andábamos entrampados en un modelo de consumismo a base de préstamos, es decir, de endeudamiento privado. Mientras el chorro del crédito funcionó no barajamos la descomposición del modelo económico y menos aún intuíamos que la promesa de un modelo social de bienestar para todos era absolutamente incompatible con el actual sistema financiero.

En Madrid, la población en riesgo de pobreza es de un 13,4%; alrededor de 200 mil familias están en peligro de exclusión social; el número de hogares donde ninguno de sus miembros tiene trabajo se ha incrementado un 30% y más de la mitad de los 600 mil desempleados no tiene ningún tipo de ingreso. Así pues, el número de personas que con la crisis económica ha quedado fuera del sistema ha ido creciendo de forma espectacular. Y también, a partir de y con la crisis, ha aumentado escandalosamente el grupo de trabajadores con salario de pobreza: si con la revolución industrial apareció el proletariado, el capitalismo financiero trajo consigo el "pobretariado" (también denominado "precariado").

Mientras ocurre todo este drama social, ¿qué hace el gobierno del PP en esta comunidad autónoma? De momento, dice que la mejor manera que hay para luchar contra la desigualdad es que haya crecimiento económico. Creer que el simple crecimiento basta para extirpar la penuria económica es un engaño: lo atestiguan los indicadores de justicia social de Estados Unidos. En toda España crecimiento económico está beneficiando a unos pocos -precisamente a los que la crisis no ha golpeado severamente- y, por otra parte, en Madrid el empleo de calidad no llega y el que se consigue es inestable y salarialmente raquítico.

A decir verdad, el gobierno del PP, no ya desde el conservadurismo compasivo sino desde una lectura rigurosa de la parábola de los talentos, se empeña en aplicar a rajatabla el principio bíblico de Mateo:

"Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará" (Mateo, 25:29)

Al que no tiene bienes privados, al pobre, se le quita los bienes que tiene, esto es, los bienes públicos: sanidad, educación, prestaciones sociales, etc. En Madrid tenemos cuatro graves problemas que de continuar el PP en el gobierno arraigarán en la sociedad de un modo estructural y serán muy difícil de erradicar:

1) Una redistribución oligárquica de la riqueza: un aumento pronunciado de la desigualdad de la riqueza y una concentración de la misma en muy pocas manos.

2) Un saqueo indisimulado del sector público: un proceso impúdico de privatizaciones que el PP las llama "externalizaciones" realizadas con el único objetivo de obtener pingües beneficios de las necesidades básicas: sanidad, educación, vivienda... Todo ello acompañado de una infrafinanciación del Estado del bienestar propiciada por la renuncia a implantar un sistema impositivo que grave a las rentas más altas.

3) Una esfera pública mercantilizada: una comercialización sin precedentes de la vida social.

Esto responde a la presión que ejerce el capital inversor a favor de la privatización y que el PP lo vende como una mejora de la libertad de elección. El argumento que utilizan es como sigue: dado que en una sociedad opulenta como la nuestra los consumidores son mucho más exigentes y quieren productos más singularizados, es mejor extender el mecanismo de competencia del mercado al ámbito de lo público. Lo de menos para la derecha es que termina convirtiendo a los ciudadanos en
clientes y a las instituciones públicas en agencias para el consumo. El problema consiste en que ni los hospitales ni las escuelas son agencias de turismo, ni se espera que lo sean, y tampoco los enfermos y los alumnos son meros clientes. El proceso de mercantilización de los servicios públicos quizá sea el ataque más devastador contra el bien común y el mayor ultraje cometido contra el valor de la ciudadanía es haberla transmutado en clientela.

4) Una corrupción galopante y sin ánimo de enmienda: Gürtel, Granados, Ignacio González, Gestapillo, Caja de Madrid, Operación Púnica, Bárcenas... El día en que se levante la alfombra tras estos veinte años de gobierno del PP nos toparemos con balances hirientes de negocios privados frutos del expolio de lo público.

Con todos estos ingredientes -el principio de Mateo y la redistribución oligárquica de la riqueza, el saqueo de lo público, la mercantilización de la vida social y la corrupción como andamiaje de la gestión pública- nada podemos esperar del PP para que remedie la fractura social generada por la crisis económica. Al PP poco le importa que se haya roto el contrato social, ellos van a lo suyo: el negocio de lo público, la continuidad con la bajada de impuestos y la comprensión de las instituciones que gobiernan como si fueran su cortijo. ¿Cuál es el proyecto que tiene la derecha? Que económica y culturalmente nada cambie en Madrid porque lo suyo es "dar a quien tiene y restar a quien no tiene".


Amenazan: "o ellos o el caos". Ellos: exclusión, segregación, discriminación negativa y, como mucho, caridad. Lo otro: la inclusión social en el centro de las políticas, enfrentarnos a la fractura social impulsando políticas transversales de inversión social y luchando también contra la pobreza energética e hídrica. ¿Podemos llamar "caos" a todo esto? No, no es caos sino dignidad y decencia. Falta nos hacen.

martes, 24 de febrero de 2015

LA CASTRACIÓN DE LA DEMOCRACIA

LA CASTRACIÓN DE LA DEMOCRACIA


Mario Salvatierra Saru

21 de febrero de 2015

Han pasado 19 años desde que Felipe González perdió las elecciones (4 de mayo de 1996) y nunca, digo nunca, quiso analizarse dentro del PSOE las razones de la caída del gobierno socialista. Decían que bastaba como explicación la pérdida de votos y el castigo electoral que la ciudadanía había infringido al liderazgo de Felipe González. Es decir, jamás se quiso debatir si el corrimiento del voto hacia la derecha y la abstención en las filas socialistas obedecían a la política económica social-liberal auspiciada por Solchaga o al escándalo de la corrupción (financiación ilegal, fondos reservados, etc.), o a ambas cosas. El hecho fue que el debate se hurtó a la militancia y todo quedó en que si hubiéramos tenido una semana más de campaña electoral, volvía a ganar González frente a Aznar. Estábamos tan sobrados que no fuimos ni quisimos ser conscientes del varapalo que nos había dado la derecha: tuvimos que esperar al debate de investidura del presidente Aznar para darnos cuenta del verdadero estado en que se encontraba el PSOE. Después de aquel día, Felipe González no volvió a pisar el hemiciclo. Y fue un alivio que no regresara.

No obstante, el partido socialista optó por alejar del debate ideológico la política económica llevada a cabo en el último decenio de los gobiernos de González en vista de la nueva ola de la socialdemocracia europea -la Tercera Vía de Tony Blair y Nuevo Centro de Gerhard Schöreder- y los éxitos económicos de los gobiernos de Bill Clinton obtenidos mediante lo que Colin Crouch denominó "keynesianismo privatizado": en lugar de que se endeude el Estado a través de la deuda pública para contrarrestar los nocivos efectos sociales provocados por la consolidación fiscal y la reducción salarial se fomenta el endeudamiento privado de individuos, familias y empresas. Es decir, el keynesianismo privatizado consiste en la sustitución de la deuda pública por la deuda privada: en vez de que se endeude el gobierno, ahora son los ciudadanos los que se endeudan mediante un sistema crediticio extremadamente generoso propiciado por la banca. Fue Alan Greenspan quien en los años noventa, desde la Reserva Federal de EE.UU., fomentó el keynesianismo privatizado protegiendo a los mercados y los derechos de propiedad a través de la desregularización del sistema financiero. 

Con relación al alcance de la corrupción en los partidos políticos se eludió porfiada y obstinadamente delimitar los terrenos de la responsabilidad política y la culpabilidad administrativa y/o penal, hasta el extremo de judicializar la política y politizar la justicia. No fue posible dirimir con claridad las esferas de la ética, la política y la justicia y permanentemente se jugó a confundir y contaminar el ámbito de la culpabilidad con la responsabilidad y viceversa. Digámoslo de una vez: la penalización de las urnas no significa de suyo asumir errores y, en consecuencia, la voluntad de enmendar comportamientos políticamente inasumibles. Antes bien, se impuso el patriotismo de partido: la corrupción es una perversión inherente a los otros partidos. Ética y estéticamente es más cómodo mostrar la basura ajena y ocultar la mugre propia. Se ha tratado de conjurar los perniciosos efectos sociales de la corrupción presentándola como un extravío aislado y excepcional de cargos políticos cuando, con crudeza, detectamos que el mal roe al sistema democrático porque exhibe una transversalidad innegable y suscita una inquietante sospecha sobre la autonomía de la política respecto a los dictados de los grupos de presión.

La corrupción no es una enfermedad cualquiera: emponzoña a la democracia hasta transmutarla en cleptocracia y convulsiona a los partidos convirtiéndolos en formaciones oscuras y transgresoras. Prueba de ello es lo que estamos viviendo en la actualidad: caso Pujol en Catalunya, Gürtel y Bárcenas en el PP, los EREs en Andalucía... Si no somos capaces de cortar sus tentáculos, daremos licencia a que organizaciones crápulas acaben empoderándose no sólo del poder político y económico sino también azotando la enclenque corrección moral de la sociedad civil.

Cuando el PSOE vuelve al gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2004 inaugura una etapa de republicanismo cívico que amarra en los valores postmateriales -laicismo, multiculturalismo, pacifismo, política de género, etc.- pero en lo que respecta a los valores materiales -políticas distributivas y redistributivas- continuó albergando el optimismo del keynesianismo privatizado y cabalgó alegremente en la montura del paradigma neoliberal hasta que, de golpe, se cayó del caballo desbocado por la burbuja inmobiliaria y la ficción del capitalismo popular. A partir de la quiebra de Lehman Brothers (2008) la utopía neoliberal de prosperidad para todos se hizo añicos pero, paradójicamente, los Estados se dedicaron a rescatar unas instituciones financieras porque eran "demasiado grandes para caer" y terminaron endeudándose hasta el extremo de empobrecer a la gran mayoría de la población. Aplicando una política de austeridad fiscal, de recorte del gasto social, devaluando los salarios de la clase trabajadora y mermando los servicios públicos encargados de satisfacer las necesidades básicas (educación, sanidad, etc.), los Estados se han doblegado a los intereses de los mercados. Tal como sostiene Wolfgang Streeck, los Estados democráticos se están convirtiendo "en agencias para el cobro de deudas por cuenta de una oligarquía global de inversores". De este modo los ciudadanos comprueban que sus expectativas democráticas se laceran ante el único poder soberano: el capitalismo financiero.

Nótese que frente a los mercados los gobiernos dan muestras de una inusitada docilidad revestida, esta vez sí, de máxima responsabilidad política como, por ejemplo, reformar la constitución atropellando los procedimientos deliberativos democráticos con la finalidad de introducir la "regla de oro fiscal". La disciplina exigida por los mercados reduce el sistema democrático a su mínima expresión: la defensa de los pilares constitutivos del Estado Mínimo (Policía, Ejército, Justicia -protección del derecho de propiedad- y Administración general). Cuando las reglas del mercado requieren arrancar los contenidos básicos del Estado del bienestar (el gasto público dedicado a sanidad, educación, desempleo, infraestructuras, etc.) la responsabilidad de los políticos llega a tal grado que o bien suspenden, como recientemente ha ocurrido en Francia con la Ley Macron, la potencialidad del Parlamento, o bien ocultan con descaro los protocolos de las negociaciones como, por ejemplo, lo que está sucediendo con el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) entre la Unión Europea y EE.UU.

Demasiada responsabilidad ante los mercados y pocas obligaciones ante los derechos de los ciudadanos. Sucumbe la democracia, la antipolítica prevalece como amuleto de las clases desamparadas, avanzan los populismos y se instala la demagogia como mecanismo de resolución de conflictos. Por este camino vamos seguro al despeñadero: la justicia de los mercados (pagar a los acreedores como sea y a costa de lo que sea) ejecuta la poda de los derechos sociales y conduce a la política en dirección única: la castración de la democracia en el altar del capitalismo financiero. Si a ello le añadimos, como hemos visto, la relajación con que nos enfrentamos a la corrupción nacional, no hemos de extrañarnos que la gente, en manos de un sistema odioso, celebre su desprecio rechazando todo lo que suene a labor política.

Traer la política al lugar que jamás debió abandonar, recuperar la democracia de la inequidad de las reglas del mercado, sanear la ética pública de la podredumbre que alimenta la corrupción, es tarea urgente de quienes realmente estamos consternados de ver cómo políticos de distintos bandos se ufanan de mantener el orden establecido. Lo que está pasando en la eurozona con Grecia pone de manifiesto, primero, la inoperancia de la socialdemocracia europea; segundo, la caída de los Estados-nación a ser sanguijuelas unos de otros; y, por último, la exaltación del castigo propinado a los débiles con la miserable congratulación de quienes pudieron salvarse de la quema. Con estos mimbres iremos seguro a un rotundo fracaso porque hoy son los griegos quienes no pueden pagar pero invariablemente, con el látigo del mercado dirigiendo la orquesta europea, mañana serán otros y pasado mañana, otros. ¿Cuándo nos tocará a nosotros? El mercado sabe esperar. Y el bulo de la responsabilidad culminará ahogando a la democracia.

lunes, 23 de febrero de 2015

EL BCE, GRECIA Y NOSOTROS


EL BCE, GRECIA Y NOSOTROS

Juan Antonio Barrio, miembro de Izquierda Socialista de Madrid


17 de febrero de 2015


Resulta difícil minimizar la importancia de las decisiones del BCE anunciadas por Draghi el pasado día 22. La compra de bonos públicos y privados por valor de 60.000 millones de euros al mes entre marzo de 2015 y, al menos, septiembre de 2016 (un total de 1,1 billones de euros) es un paso adelante hacia la actuación del Banco Central como tal. Por supuesto que ello ha implicado hacer concesiones a Alemania: sólo el 20% se mutualiza (en el propio Banco Central) y el 80% restante racaerá sobre cada uno de los bancos Centrales Nacionales. Pero con todo y con eso es un importantísimo avance que pone freno a la doctrina de la ultraausteridad. Debería continuarse por ese camino con un alza en los salarios, especialmente los más bajos, que provoque un aumento del consumo y un alza moderada de la inflación. Combinado adecuadamente con el Plan Juncker de inversiones por valor de 321.000 millones de euros su efecto debería potenciarse aún más. El que la facilitación cuantitativa incluya a Grecia partir de julio también es un signo positivo.

La victoria de Syriza va a provocar un importantísimo debate en Europa y una dura negociación. Sería importante como en toda negociación, no intentar vencer al adversario por Ko (o como ha dicho Varoufakis, nuevo Primer Ministro de Economía griego) ponernos todos del mismo lado y enfrente del problema. Me temo, sin embargo, que los ultraortodoxos pueden tener la tentación de no ceder prácticamente nada. Y no por motivos económicos, pues está claro que hay margen para un acuerdo si hubiera voluntad política (reducción de tipos, aumento de plazos para la deuda). Pero puede predominar la idea “de dar un escarmiento” para evitar el contagio que la victoria de Syriza puede suponer. Me parece importantísima en este contexto la posición de la socialdemocracia europea. Puede tener una visión cortoplacista, considerando a Syriza como un adversario electoral, al que no interesa que le vaya bien. Sería olvidar que el Pasok griego ha caído por debajo del 5% precisamente por su apoyo a la ultraausteridad. El interés general de la socialdemocracia debe estar por encima de estas mezquindades.

Dos aspectos son muy importantes para el futuro de la izquierda: encontrar una vía común de entendimiento, sin sectarismo ni prepotencia, con una política de alianzas sobre un programa común. Y sobre todo, construir ese programa creíble y distinto de la política socioeconómica de la derecha. Si predominan las luchas cainitas y la visión de corto plazo, esa respuesta será imposible.

Si lo dicho hasta aquí se aplica a toda la socialdemocracia europea con más razón en España, donde hay una formación relativamente homóloga de Syriza (la principal diferencia es que Syriza sí se considera de izquierdas, sin entrar en los tacticismos de Podemos, tipo “arriba y abajo”).

Una primera piedra de toque pude ser el resultado de las andaluzas, convocadas para el 22 de marzo. No cabe duda que el giro en la dirección de IU (primero Maillo a nivel de Andalucía y luego Alberto Garzón a nivel federal) ha influido en la decisión de adelantar las elecciones. Ahora bien, identificar ese giro con inestabilidad del gobierno parece un tanto excesivo. Más allá de las discrepancias obvias en todo gobierno de coalición, los Presupuestos 2015 estaban recién aprobados, y no ha habido ninguna votación perdida en el Parlamento. Como mucho cabría hablar de anticiparse a una posible inestabilidad futura. Si vemos la situación de otros partidos, quizá encontremos una explicación adicional: el candidato del PP es no muy conocido y poco valorado. Podemos está en Andalucía todavía en periodo de formación. IU tiene su crisis interna todavía no resuelta. Y los demás partidos tampoco parece que vayan a destacar mucho. Según se dice, el objetivo de Susana Díaz es la mayoría absoluta. Muy bien, pero ¿y si no se consigue? ¿Qué política de alianzas habrá? Cualquier pacto con el PP debería estar excluido, si no se quiere dar pábulo a un futuro pacto a nivel de todo el Estado.

lunes, 10 de noviembre de 2014

LOS DESAFÍOS PARA IZQUIERDA SOCIALISTA


LOS DESAFÍOS PARA IZQUIERDA SOCIALISTA

Esteban Villarejo, doctor en Ciencias Políticas, miembro de Izquierda Socialista - PSOE


Izquierda Socialista se enfrenta a un entorno que parece proyectar varios desafíos importantes. Si la Corriente los afronta de manera adecuada, parece probable que IS se convierta en un foco de referencia importante para la Izquierda, experimente un proceso de expansión importante, y consiga una incidencia considerable en términos de transformación social. Si titubeamos en reconocer y afrontar esos desafíos, perderemos militantes por la izquierda, y nos convertiremos en una porción poco significativa de un Partido cada vez menos significativo.
Los desafíos en cuestión parecen cuatro:
  • El más importante sería terminar de plasmar la Identidad de Izquierda Socialista (y con ello, la que deseamos para el PSOE). Se atraviesan momentos de una gran efervescencia en la Izquierda, pero en todo el espectro de formaciones políticas que participan de esta orientación se advierte una gran confusión de propósitos y concepciones de la realidad. Se echa de menos alguna formación con una identidad ideológica que sea vigorosa y, a la vez, nítida.
Identidad no es lo mismo que programa. Se trata de un ideario o conjunto de criterios fundamentales, bien articulados y argumentados, que definen una gran alternativa política. Es algo fundamental para el Partido, e incluso para toda la Izquierda. Por ello, si Izquierda Socialista es capaz de plasmarlo se convertiría en su activo más importante, para crecer y sobre todo para conseguir los objetivos de transformación social que se condensan en ese ideario. En “Argumentos Socialistas” estamos trabajando para mejorar esa definición de Identidad.
Tras esa definición, la Identidad debe proyectarse posteriormente en dos direcciones: en primer lugar, en la confección de programas. En segundo lugar, en la identificación de criterios para la transformación social directa, incluyendo una renovación de la cultura dominante.
  • Otro desafío es el organizativo, que ya se está afrontando con pasos como la creación de un listado de miembros y el fortalecimiento de los mecanismos de coordinación. Quedan todavía objetivos a cubrir, que esencialmente deben identificarse desde los fines de la Corriente misma. Por ejemplo, sería conveniente distinguir las decisiones que se toman a través de voto, y en su caso de representación; en segundo lugar, los pronunciamientos a tomar en nombre de la Corriente, así como decisiones a tomar en situaciones de urgencia. En tercer lugar, hay que prever las actividades de expansión y transformación social, incluyendo formación, difusión, acción municipal, “afiliación”, acogida y otras. En este tercer bloque sería conveniente distinguir entre las actividades colectivas y las de ejecución individual, aunque en su caso en grupo.
  • Un desafío ligado al anterior es la democratización efectiva de la Corriente. Precisemos algo importante: Izquierda Socialista ha avanzado desde su nacimiento impulsada por el liderazgo de un número limitado de personas. Ese liderazgo es muy valioso, y por tanto debe mantenerse e incluso expandirse. Ahora bien, es necesario distinguir entre el liderazgo y la toma de decisiones, incluyendo la elección de representantes. Esta segunda debe ser rigurosamente democrática, y regirse por el principio de “una persona, un voto”, desde el coordinador estatal al último llegado.
Al mismo tiempo, la Corriente debe abordar actividades de expansión y transformación social directa. Para ello hace falta iniciativa, capacidad de propuesta y empuje personales, y también dar cierto margen de discrecionalidad a determinados representantes.
  • El cuarto desafío que debe afrontar Izquierda Socialista, tiene relación con el primero, pues se funda en la Identidad. Se trata de elaborar programas políticos. En unos casos se trata de prepararlos colectivamente, y en otros de capacitar a los miembros de la Corriente para intervenir en su elaboración. Entre los primeros tipos de programa, se incluye el dirigido al conjunto del Estado, el propuesto para la Unión Europea y quizá algunos programas autonómicos. Entre los segundos se encuentran los municipales y algunos autonómicos.

En este segundo nivel se trata de capacitar a los miembros, estimularlos para que se inserten en movimientos asociativos, y ofrecerles cierto apoyo técnico; por ejemplo, para hacer estudios estratégicos a escala municipal o autonómica, en orden a identificar objetivos. 

domingo, 20 de julio de 2014

El FUTURO DEL PSOE Y DE IZQUIERDA SOCIALISTA



Esteban Villarejo, doctor en Ciencias Políticas, miembro de Izquierda Socialista - PSOE




PRIMERO, UNA COMPROBACIÓN OPTIMISTA
Las elecciones recientes para la Secretaría General del PSOE parecen haber dejado en muchos miembros de IS un sabor agridulce. Por una parte la Corriente está creciendo mucho, y no sólo en número sino también en vitalidad. Asimismo, los resultados obtenidos parecen obligar a los órganos del Partido a reconocer a la Corriente un peso más grande y más definido que anteriormente.
Además, ese peso probablemente es mayor que el que arrojan los resultados de las elecciones, debido a que las maniobras del “aparato” han influído para que afiliados que por sí mismos no habrían ido a votar, lo hayan hecho finalmente, debido a la insistencia y facilidades de bastantes secretarios de agrupaciones. Los votos conseguidos de esa forma han influído también en reducir la abstención; por tanto, ésta debería ser reconsiderada al alza. En una estimación muy gruesa, la mitad de la afiliación al PSOE, aproximadamente, no parece ir acompañada de una verdadera militancia. Por tanto, una de las carencias importantes de nuestro Partido sería la escasez de militancia; el gran rival del PSOE, el PP, dice tener 900.000 afiliados.

INSUFICIENCIAS Y DUDA
Además de la escasez cuantitativa, sorprende el color ideológico de la afiliación. Es cierto que un cierto número de militantes de izquierdas ha votado a Eduardo Madina porque le han estimado con más posibilidades de vencer al rival que veían más a la derecha. Ahora bien, la mayoría del Partido se ha manifestado como esencialmente centrista.
Otro hecho preocupante es el peso que ha revelado el “aparato”. Lo que hace negativo ese peso es que bastantes de los dirigentes han demostrado no creer en la democracia y no respetar a los militantes. En el PSOE hay muchos que defienden la República, pero ésta no consiste sólo en que el Jefe del Estado pasa a ser elegido por los ciudadanos. El espíritu republicano es algo mucho más profundo, y el “aparato” de nuestro Partido (mejor dicho: bastantes de sus componentes) está muy lejos del mismo. El espíritu republicano se basa en la concepción de que la comunidad política está compuesta por ciudadanos iguales en dignidad y en derechos, y partícipes en las responsabilidades colectivas. Es evidente que gran parte del “aparato” de nuestro Partido no cree seriamente en la democracia, y no respeta suficientemente a los militantes.
Las apreciaciones negativas que se han comentado pueden llevarnos a dudar de si el PSOE es un cauce adecuado para personas que aspiran de manera profunda y decidida por la transformación social. De hecho, algunos de nuestros compañeros en IS se han ido a otras formaciones, o al menos han votado por ellas en las últimas elecciones. ¿Es eso lo más adecuado?

UNA APUESTA VIGOROSA POR IZQUIERDA SOCIALISTA
Cuando surge una duda como la expresada, suele ir acompañada de un cierto vértigo, pues se abren distintas alternativas, y ninguna ofrece una seguridad absoluta. Esa situación es frecuente en la vida humana, porque tanto para conocer como para actuar, necesitamos hacerlo con hipótesis; es decir, con suposiciones que fundamos en razones y contrastamos con sus alternativas. Ahora bien, siempre tienen algo de apuesta.
En el caso que nos ocupa, también sucede así, pero parece haber razones suficientes para apostar por el PSOE, y dentro de él y sobre todo por Izquierda Socialista. Es cierto que el PSOE tiene importantes debilidades, pero algunas encierran oportunidades. Por ejemplo, el Partido parece tener una afiliación escasa, más bien liberal, de una edad media bastante avanzada y escasa en cuadros. Pues bien, eso ofrece la oportunidad de expandir el Partido con cierta facilidad, y abrirlo a personas dispuestas a realizar una verdadera transformación social. Esa labor de fortalecimiento y reorientación conviene realizarla en el PSOE, y no en otros partidos. El PSOE sigue siendo una fuerza muy importante, y con todos sus defectos tiene una organización y unos medios activos. Los partidos de Izquierda alternativos al PSOE también tienen insuficiencias, y a veces decisivas. Por ejemplo, en unos casos integran colectivos y orientaciones aún más diferentes que el PSOE; en otros, mezclan objetivos acertados con otros que son inviables pero se acompañan con una retórica que los hace todavía más imposibles. Ese tipo de infantilismo, como lo calificaba Lenin, puede dividir decisivamente a la Izquierda, y hacer imposible su acceso al poder durante mucho tiempo. La legislación electoral hace muy difícil rehacer la Izquierda desde sus fundamentos, y de tal modo que la apuesta que parece más realista pasa por el PSOE.
Ahora bien, para que el Partido se constituya en una fuerza transformadora, deber dotarse de la capacidad para ello. Por ello y ante todo, ha de ser él mismo transformado. Es necesario reintroducir el Socialismo en el Partido Socialista, y eso ha de proceder de Izquierda Socialista. Como decíamos antes, la afiliación actual es reducida y centrista; por tanto, las posibilidades de añadir voluntades al Socialismo dentro del propio Partido, son limitadas. Por ello resulta necesario expandir el Partido hacia fuera, integrando personas que optan por la solidaridad, en su caso porque sufren ellas mismas la explotación o exclusión que provoca el Capitalismo. Dada la inmensa cantidad que existe de jóvenes excluídos por el Sistema, éstos pueden constituir el contingente principal.
Ahora bien, ¿cómo conseguir esas nuevas incorporaciones, y en una cantidad elevada? La respuesta que probablemente viene primero a la mente, es muy obvia: “Convenciéndoles”. Eso abre un segundo interrogante: ¿cómo es posible convencer a esas personas?
La respuesta ahora sería: mostrándoles una gran alternativa de organización política, y demostrar su superioridad sobre las restantes alternativas. Es decir, se trataría de proponer un ideario fundamental y demostrar las razones que lo sustentan.
Esa gran alternativa debería incluir algún elemento de diagnóstico acerca de la realidad, tal como los criterios que rigen la distribución del producto social. En segundo lugar, y en relación con lo anterior, se incluye alguna opción fundamental, tal como la decisión de organizar la sociedad sobre la solidaridad. En tercer lugar, se incluyen unos primeros desarrollos de esa opción, sobre grandes objetivos y los medios principales para conseguirlos. Esos tres tipos de elementos configuran un todo coherente y apoyado en razones, que debe constituir la identidad del Partido, y al mismo tiempo debe ser una brújula para la conciencia de muchas personas, y una orientación para la acción.
La necesidad de una identidad de ese tipo suele ser percibida en las formaciones de izquierda, pero a menudo de una forma confusa. A veces se habla de una "filosofía", o de un "marco" global de interpretación; otras veces de un gran "proyecto". En este punto es conveniente citar un error frecuente, que es confundir la identidad de un partido con los programas que formula con una u otra ocasión. La Identidad ha de ser la base de los programas, pero éstos son criterios más concretos, y también más relativos, pues han de estar adaptados al entorno territorial y temporal para el cual se formulan. Los programas incluyen desarrollos de los criterios de identidad, pero de manera más amplia y dispersa que la Identidad; por ello suele ser conveniente acompañar esos objetivos de una reflexión estratégica, en orden a concentrarlos y secuenciarlos adecuadamente.
En el caso del PSOE, la identidad se ha ido degradando, y confundiendo con los criterios de programa. Izquierda Socialista ha conservado la preocupación por la Identidad, y ha tratado de reformularla en diversos momentos. Falta únicamente hacer un esfuerzo final de vertebración y argumentación, y distinguir entre lo que son criterios de Identidad y objetivos programáticos.
Con base en todo lo anterior, proponemos una acción dirigida a tres grandes objetivos, que en parte se secuenciarían en etapas, pero en cada una de ellas se integrarían los objetivos restantes:
  • En la primera etapa, la prioridad principal sería conseguir esa consolidación de la Identidad que se acaba de proponer.
  • Conseguido lo anterior, parece conveniente hacer un plan de difusión de la Corriente y del Partido. Incluiría proselitismo, pero en su versión más noble; es decir, priorizando el respeto y consideración hacia el interlocutor, y la escucha hacia el mismo, lo cual exige una actitud autocrítica. Proponemos algo que nos parece justificado y valioso, pero escuchamos al interlocutor y tratamos de descubrir el valor de sus razones.
La difusión citada podría incluir la presentación de IS y el PSOE en centros universitarios y de enseñanzas medias, y en otras instituciones y colectivos. También se trataría de establecer contacto con personas que tengan un comportamiento social y personal positivo. Y con líderes y personas dotadas de cualificaciones valiosas para la colectividad en materia política, económica o social.
  • La tercera etapa, que debe iniciarse desde que se integren nuevos militantes, sería dar acogida y formación a las personas que se vayan incorporando a la Corriente y al Partido. La mera militancia ya requiere una formación elevada, pero además ésta es necesaria para hacer una labor de transformación social directa, y también para aportar cuadros preparados al Partido, pues en estos momentos existen grandes carencias al respecto.