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lunes, 23 de marzo de 2015

El PP Y EL PRINCIPIO DE MATEO

El PP y el principio de Mateo
Mario Salvatierra Saru
20 de marzo de 2015

En la Comunidad de Madrid, al igual que en España, la desigualdad se ha disparado desde que se desató la crisis económica. Cuando hablamos de exclusión, marginación, pobreza, desempleo, precariedad laboral, fracaso escolar, etc. estamos refiriéndonos a la desigualdad social.

Ello no quiere decir que antes del año 2010 no hubiera desigualdad social sino que no se notaba como ahora porque andábamos entrampados en un modelo de consumismo a base de préstamos, es decir, de endeudamiento privado. Mientras el chorro del crédito funcionó no barajamos la descomposición del modelo económico y menos aún intuíamos que la promesa de un modelo social de bienestar para todos era absolutamente incompatible con el actual sistema financiero.

En Madrid, la población en riesgo de pobreza es de un 13,4%; alrededor de 200 mil familias están en peligro de exclusión social; el número de hogares donde ninguno de sus miembros tiene trabajo se ha incrementado un 30% y más de la mitad de los 600 mil desempleados no tiene ningún tipo de ingreso. Así pues, el número de personas que con la crisis económica ha quedado fuera del sistema ha ido creciendo de forma espectacular. Y también, a partir de y con la crisis, ha aumentado escandalosamente el grupo de trabajadores con salario de pobreza: si con la revolución industrial apareció el proletariado, el capitalismo financiero trajo consigo el "pobretariado" (también denominado "precariado").

Mientras ocurre todo este drama social, ¿qué hace el gobierno del PP en esta comunidad autónoma? De momento, dice que la mejor manera que hay para luchar contra la desigualdad es que haya crecimiento económico. Creer que el simple crecimiento basta para extirpar la penuria económica es un engaño: lo atestiguan los indicadores de justicia social de Estados Unidos. En toda España crecimiento económico está beneficiando a unos pocos -precisamente a los que la crisis no ha golpeado severamente- y, por otra parte, en Madrid el empleo de calidad no llega y el que se consigue es inestable y salarialmente raquítico.

A decir verdad, el gobierno del PP, no ya desde el conservadurismo compasivo sino desde una lectura rigurosa de la parábola de los talentos, se empeña en aplicar a rajatabla el principio bíblico de Mateo:

"Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará" (Mateo, 25:29)

Al que no tiene bienes privados, al pobre, se le quita los bienes que tiene, esto es, los bienes públicos: sanidad, educación, prestaciones sociales, etc. En Madrid tenemos cuatro graves problemas que de continuar el PP en el gobierno arraigarán en la sociedad de un modo estructural y serán muy difícil de erradicar:

1) Una redistribución oligárquica de la riqueza: un aumento pronunciado de la desigualdad de la riqueza y una concentración de la misma en muy pocas manos.

2) Un saqueo indisimulado del sector público: un proceso impúdico de privatizaciones que el PP las llama "externalizaciones" realizadas con el único objetivo de obtener pingües beneficios de las necesidades básicas: sanidad, educación, vivienda... Todo ello acompañado de una infrafinanciación del Estado del bienestar propiciada por la renuncia a implantar un sistema impositivo que grave a las rentas más altas.

3) Una esfera pública mercantilizada: una comercialización sin precedentes de la vida social.

Esto responde a la presión que ejerce el capital inversor a favor de la privatización y que el PP lo vende como una mejora de la libertad de elección. El argumento que utilizan es como sigue: dado que en una sociedad opulenta como la nuestra los consumidores son mucho más exigentes y quieren productos más singularizados, es mejor extender el mecanismo de competencia del mercado al ámbito de lo público. Lo de menos para la derecha es que termina convirtiendo a los ciudadanos en
clientes y a las instituciones públicas en agencias para el consumo. El problema consiste en que ni los hospitales ni las escuelas son agencias de turismo, ni se espera que lo sean, y tampoco los enfermos y los alumnos son meros clientes. El proceso de mercantilización de los servicios públicos quizá sea el ataque más devastador contra el bien común y el mayor ultraje cometido contra el valor de la ciudadanía es haberla transmutado en clientela.

4) Una corrupción galopante y sin ánimo de enmienda: Gürtel, Granados, Ignacio González, Gestapillo, Caja de Madrid, Operación Púnica, Bárcenas... El día en que se levante la alfombra tras estos veinte años de gobierno del PP nos toparemos con balances hirientes de negocios privados frutos del expolio de lo público.

Con todos estos ingredientes -el principio de Mateo y la redistribución oligárquica de la riqueza, el saqueo de lo público, la mercantilización de la vida social y la corrupción como andamiaje de la gestión pública- nada podemos esperar del PP para que remedie la fractura social generada por la crisis económica. Al PP poco le importa que se haya roto el contrato social, ellos van a lo suyo: el negocio de lo público, la continuidad con la bajada de impuestos y la comprensión de las instituciones que gobiernan como si fueran su cortijo. ¿Cuál es el proyecto que tiene la derecha? Que económica y culturalmente nada cambie en Madrid porque lo suyo es "dar a quien tiene y restar a quien no tiene".


Amenazan: "o ellos o el caos". Ellos: exclusión, segregación, discriminación negativa y, como mucho, caridad. Lo otro: la inclusión social en el centro de las políticas, enfrentarnos a la fractura social impulsando políticas transversales de inversión social y luchando también contra la pobreza energética e hídrica. ¿Podemos llamar "caos" a todo esto? No, no es caos sino dignidad y decencia. Falta nos hacen.

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