En
mi
anterior artículo señalaba el peligro de la deriva presidencialista. Aplicar
la
mecánica de las primarias para elegir al secretario/a general del PSOE sin
establecer unos requisitos previos puede propiciar que, de hecho, no se
articulen orgánicamente las distintas posiciones ideológicas representativas
en
el Partido. Decía que las primarias son necesarias para movilizar a la
organización y fomentar la participación política pero que, en realidad,
dicho
método de elección no resuelve los problemas sustantivos de la democracia
interna en el PSOE. La última etapa del período de Rodríguez Zapatero es el
mejor exponente de lo que estoy afirmando.
El PSOE es un
partido plural y tiene el deber de plasmar en su estructura orgánica esa
pluralidad ideológica.No sólo queremos
que
militantes y afiliados participen como electores en un proceso de primarias
abiertas, sino también queremos una democracia de mayor calado en la toma de
decisiones. El PSOE es un partido plural y tiene el deber de plasmar en su
estructura orgánica esa pluralidad ideológica. Ello supone un profundo
cambio de
cultura: el que gana no puede ganarlo todo y el que pierde no puede perderlo
todo. Por tanto, el primer compromiso de cualquier candidato debería ser:
"Si
gano, me comprometo a enriquecer la democracia interna y respetar los
distintos
planteamientos ideológicos que hay en el seno del
Partido".
Como observarán
estoy hablando de un proceso de elección directa para elegir al secretario/a
general. ¿Quiénes podrán participar? Sin duda, los afiliados y militantes
que
estén al corriente de pago. Además, tendríamos que considerar la posibilidad
de
que puedan ser electores los simpatizantes. En principio, es mucho más
indicado
que éstos participen en la elección a candidatos/as a las elecciones
generales,
autonómicas y municipales. No obstante, el Comité Federal tendría que ser el
organismo que debata esta cuestión. En todo caso, si el Comité Federal
aprobase
que los simpatizantes también puedan ser electores, éstos deberían cumplir
el
siguiente requerimiento: por un lado, que aportaran un euro como mínimo para
sufragar el coste del proceso electoral y, por otro, que firmaran una
declaración pública en la que reconozcan los valores y el proyecto
socialista.
¿Quiénes podrán
ser
candidatos/as a secretario/a general? Aquellos y aquellas compañeros/as que
obtengan un aval de al menos el 15% de los miembros del Comité Federal (con
un
máximo del 20% de avales) o de al menos un 10% de los militantes y afiliados
(con un máximo del 15% de avales). En caso de haber más de dos candidaturas,
la
elección se tendrá que producir mediante un sistema de doble vuelta. En
estas
circunstancias, se designará secretario o secretaria general el compañero/a
que
obtenga más del 50% de los votos en la primera vuelta y si ninguno obtiene
este
apoyo, entonces se celebrará una segunda vuelta al cabo de dos semanas. Sólo
pasarán a la segunda vuelta aquellos/as aspirantes que hayan obtenido el
mayor
número de votos.
A efectos de
garantizar la máxima pulcritud democrática e imparcialidad del proceso
electoral
deberá crearse un organismo ad hoc (llámese como se quiera) elegido entre
los
miembros del Comité Federal (siete compañeros/as, por ejemplo) con el fin de
interpretar, aplicar y desarrollar el Reglamento de Primarias que fuera
aprobado
por el Comité Federal.
Hasta aquí el
mecanismo de elección para secretario/a general. Sin embargo, quien gane,
como
dije, no debe ganarlo todo. Con el fin de asegurar una mayor democracia
interna,
pienso que quien vaya a liderar el partido tiene que hacer una Ejecutiva que
plasme la pluralidad interna. Por ello, en mi opinión, lo correcto sería que
las
personas designadas por él o ella en la Comisión Ejecutiva nunca sobrepasen
el
40% de la misma y el restante 60% sean elegidos conforme a la representación
interna. Asimismo, para formar parte del 60% de dicha Ejecutiva se requerirá
un
mínimo del 15% de apoyo de los militantes y afiliados. De esta manera se
garantizaría que las distintas posiciones ideológicas tuvieran
representación en
los órganos de toma de decisión y que éstos fuesen más abiertos,
deliberativos y
democráticos. En consecuencia, quienes vayan a formar parte de la Comisión
Ejecutiva deberían subscribir públicamente la siguiente declaración: "Me
comprometo a respetar las distintas posiciones ideológicas que se
manifiesten en
la Ejecutiva, a participar en los debates y, si fuera el caso, aceptar el
resultado del voto mayoritario en las cuestiones
planteadas".
Entiendo que dar
un
paso de este tipo no es fácil pero no es un salto en el vacío. Consiste en
instituir un doble mecanismo de elección: por democracia directa se votaría
al
secretario general y por vía indirecta al resto de los cargos orgánicos. Las
personas elegidas tendrían el mismo grado de legitimidad de origen. Creo que
es
una buena iniciativa para evitar los posibles hiperliderazgos, la pendiente
presidencialista, dinamizar la vida interna del Partido e incentivar la
participación ciudadana en la política. Es hora de recuperar el valor de la
política, es tiempo de la democracia en los Partidos y de esforzarnos en
prestigiar el pluralismo en la izquierda.
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